viernes, 28 de noviembre de 2008

Los Súper Tucano; Una Necesidad Urgente e Impostergable


Por Andrés de Jesús Sierra
Mientras las autoridades de este país aún continúan atascadas en el limbo de la indecisión sobre la necesidad o no de la compra de los muy sonados aviones Súper Tucano, así como la compra de un radar de cobertura nacional para la vigilancia eficaz de espacio aéreo y marítimo de la República Dominicana; lo cierto es que mientras eso ocurre, señores, los poderosos capos de la drogas siguen usando el territorio nacional, nuestra querida Quisqueya, como puente para llevar esas sustancias prohibidas hacia su principal destino: los Estados Unidos de América.
Todo parece indicar, por lo que uno ha podido leer y escuchar en los medios de comunicación acerca de los sonoros casos de drogas de nuestro país, que los jefes del narco están muy conscientes de nuestra evidente vulnerabilidad. Y, escuche esto, no sólo porque no disponemos de la logística necesaria para combatirlos, sino que también están muy conscientes, y aquí el caso es peor, de nuestra vulnerabilidad en el espacio moral y ético. Un ejemplo de esto último lo constituye la declaración del ex-director de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), el general Rafael Ramírez Ferreira, en el sentido de que cinco mil agentes de esa institución fueron cancelados por su vínculo con el narco.
En adición a esto, y que pone de relieve el hecho de que parece ser que nuestra nación ha perdido el rumbo moral y ético, no podemos dejar de mencionar los escándalos recientes suscitados en sectores de la élite social dominicana; tanto político, artístico como policíaco- militar. Eso nos da una perspectiva de lo perneado que está el país con este flagelo que, de no ser obstaculizado, amenaza con destruir el futuro de nuestra patria; y, además, hacernos merecedores del estigma negativo de “narco estado”.
Por lo anteriormente expuesto, pero además por la proliferación de los puntos de expendio de estupefacientes, así como el alarmante incremento del consumo de los mismos, es obvio que los aviones tucano, su compra, constituye una necesidad imperiosa e impostergable. De igual manera lo es la adquisición de un radar, repito, de alcance nacional.
Nuestras autoridades no deben, bajo ningún concepto, dar más largas al asunto. ¡Deben comprarlos ya! ¡Ahora! Aunque eso signifique posponer o sacrificar la ejecución de varias de las obras anunciadas por nuestro honorable presidente, el Dr. Leonel Fernández Reina, en su alocución al país en la toma de posesión del pasado 16 de agosto. Ah, y para que no vayan a claudicar, quien escribe votó por el presidente Leonel Fernández a través del partido aliado que más sufragios aportó al triunfo obtenido el 16 de mayo. Y sin titubear volvería a votar por él si hoy fueran las elecciones; pero eso no es una mordaza para expresar mis ideas, lo que pienso.
Otra alternativa que podría ayudar o contribuir a la adquisición de esas naves aéreas es, y sin tener que sobrecargar el exiguo presupuesto del estado dominicano con el préstamo de 93.7 millones de dólares ratificado por la CD en la sesión del 11 de noviembre quitándole a los saqueadores todos los bienes timados a este pueblo durante el desempeño de sus funciones en la administración pública en los últimos 30 ó 40 años. Hombres y mujeres sin corazón, “manos grandes”, que estaban deforestados de toda seriedad y pulcritud. Por supuesto, sin que esto signifique de ninguna manera que en la actualidad no aparezcan cactus en el bosque de la moral y la ética.
Creo, y esto sería una tercera opción, aunque no así la ultima en el orden de importancia, que aquellos bienes que pertenezcan a individuos cuyos casos relacionados con el tráfico de drogas hayan sido ventilados en los tribunales, y hayan recibido sentencia condenatoria definitiva, los mismos deben de ser destinados a la obtención de dichos aviones.
Hay que cerrar todas las brechas al narcotráfico a como de lugar; y haciendo eso le cortamos, de paso, el cordón umbilical a la violencia que tiene en desasosiego a esta nación y a toda América.
Por tanto, señores autoridades, ¡la acción es ahora! ¡No mañana!

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