sábado, 31 de enero de 2009

Regreso a casa


El relato vive una renovación y una revaloración en España. Autores, editoriales y lectores empiezan a recuperar la tradición de un género que tiene en esta época de celeridad y ciberespacio su mejor aliado

Por WINSTON MANRIQUE SABOGAL | © BABELIA

Todo era felicidad, hasta que una tarde abrió la puerta, cruzó la acera y se autodesterró en secreto en la calle de al lado. Vivió entre sombras ajenas y paseos furtivos frente a su antigua casa. Su mujer y sus hijos lo esperaron. Y alcanzaron a atisbar que la espera eterna puede ser un atajo hacia el olvido. En su enigmático exilio, el hombre veía con desdén cómo la vida avanzaba veloz a su alrededor y más lenta en su hogar. Una noche, después de más de veinte años de soslayar la realidad, sale de su habitación prestada, cruza la calle, fisgonea su casa y, de repente, sus pasos lo encaminan hacia la puerta. Toc-toc...

Ocurrió en una calle de Londres en el siglo XIX. Si se ha de creer a Nathaniel Hawthorne en Wakefield. Una historia que podría ser el cuento del cuento en España. Un género literario que vuelve renovado tras quedar en la periferia, sin explicación clara, a pesar de tener unas raíces importantes en este país. Casi un centenar de libros recientes confirma ese progresivo romance cuentístico iniciado entre autores, editores y lectores desde principios de esta década.

Es su renacer y revaloración, en medio de la glorificación de la novela, tras años de ser soslayado mientras en el resto del mundo ganaba admiración y prestigio.

Y como al viejo Wakefield, que da nombre al relato de Hawthorne, al cuento se le ha abierto la puerta en España, pero no se sabe si le espera el mismo destino que a él.

Lo que es claro es que ha vuelto. Y la visibilidad de la recuperación de este romance es debida, según 16 escritores, editores y libreros, a la confluencia de factores químicos y físicos: los autores se han despojado de miedos y perdido el prejuicio a escribir historias breves y se enfrentan a él como a cualquier otro género; como reacción de algunos a las reglas impuestas por el mercado para dar una alternativa al imperio de la novela; por la apuesta de algunas editoriales, especialmente las nuevas; además de la bendición inesperada de las tecnologías emergentes como Internet y la blogosfera que parecen favorecer los formatos breves.

Perfecto ahijado y aliado de una época de prisas.

"La precisión, la intensidad y lo vertiginoso, que caracterizan al cuento de hoy, encajan con un lector apresurado porque la historia narrada es inmediata. Quizá esa precipitación del cuento refleje hoy el fraccionamiento y la rotura del ámbito psicológico del hombre actual", reflexiona Juan Eduardo Zúñiga, narrador de una premiada trilogía de cuentos sobre la Guerra Civil: Largo noviembre de Madrid, La tierra será un paraíso y Capital de la gloria.

Se refiere a un tiempo donde el renovado interés y la reputación del cuento coinciden con que vuelve a ser un gran campo de pruebas en el arte de narrar con calidad, asegura Hipólito G. Navarro, autor de El pez volador.

Historias con un punto final movedizo. O inencontrable o inexistente. Hoy más que nunca el lector continúa en su imaginación esas narraciones que viven más allá de la última palabra escrita.

Cobran vida las centenarias palabras de Henry James de que el cuento "es el punto exquisito donde acaba la poesía y empieza la realidad". Precisamente, uno de los cambios más significativos del relato actual es que suele tener un pie en la realidad, en el mundo conocido mirado de frente, pero que en el instante más inesperado despega hacia territorios surrealistas insuflados de verdad, explica José Luis Pereira, propietario en Madrid de una librería dedicada sólo al cuento: Tres rosas amarillas, en homenaje al relato de Raymond Carver en el cual recrea el último día de Antón Chéjov.

Son dos autores clave en la evolución del cuento desde Edgar Allan Poe, uno de los padres del relato moderno, de quien se conmemoró el pasado día 19 el bicentenario de su nacimiento. Y junto a él varios autores en diferentes países, según el peruano Fernando Iwasaki, uno de los encargados de la edición, con Jorge Volpi, de Cuentos completos de Poe (en la traducción de Julio Cortázar editado por Páginas de Espuma). "Ese nacimiento casi simultáneo lo hicieron en el siglo XIX Poe en Estados Unidos, Baudelaire en Francia, Bécquer en España, Chéjov en Rusia y Machado de Assis y Ricardo Palma en América Latina".

Un big bang creativo cuya expansión muestra hoy un género que ha derivado en artefacto literario de precisión sin perder el alma. Reforzando el corazón.

A casi dos siglos de aquel estallido, resuena la idea de que en España no ha habido mucha tradición o valoración del cuento, sobre todo comparado con América Latina. "El mercado español ha apostado por novelas, pero parece que hay un descenso de interés en el mundillo literario, lo cual contribuye a una nueva valoración del cuento", afirma Javier Azpeitia, de 451 Editores, que promueve la escritura y la lectura de relatos a través de la publicación de libros en los que un grupo de narradores reescribe historias famosas o crea originales o hace antologías temáticas. Sin olvidar, agrega Azpeitia, que "ronda la idea orteguiana de que el género novelón no va a funcionar en el futuro".

La poca valoración del cuento en España puede deberse, paradójicamente, a su gran exigencia, asegura Navarro. "Puede estar en la pereza que da entrar en un mundo literario cada pocas páginas, mientras en la novela no. Un cuento requiere un esfuerzo continuo, estar más atento, ser cómplice e involucrarse más en la historia". Navarro se lamenta de que todos han estado un poco en contra de éste, y de que hay autores que se han preocupado por él sin que hayan sido atendidos por editoriales y crítica literaria.

"En España hay quienes se sorprenden de que el cuento tenga tan poca tradición siendo aquí donde se escribieron las Novelas ejemplares. Es un malentendido: los relatos de Cervantes son muy modernos, sí, pero pertenecen todavía a la familia del Decamerón", explica el colombiano Juan Gabriel Vásquez, creador de Los amantes de todos los santos. El cuento moderno, agrega, "el que nace con Poe, es otra cosa: un género nuevo. Y en este género a España le falta su Chéjov, su Borges. Es por eso quizás que ha tardado en encontrar lectores y practicantes. Pero los ha encontrado".

O recuperado. Como Wakefield, que tras extraviarse de sí y en sí mismo volvió a cruzar el umbral de su casa donde aún lo aguardaban. Había vuelto. Y quería recuperar el tiempo. ¿Con éxito?

Por lo pronto, el mundo en torno al cuento español sigue cambiando. "Aunque aún necesita cierto activismo, cierta beligerancia", anima el bilbaíno Pedro Ugarte, autor de Los traficantes de palabras y La isla de Komodo. Su experiencia es parecida a la de muchos autores: "Publiqué mi primera novela después de haber dado a la imprenta cuatro libros de cuentos y sólo entonces se empezó a considerar que yo no bromeaba. Había publicado muchos cuentos pero eso, en sí mismo, no me libraba de una provisionalidad envenenada y venenosa".

Una diferencia con América Latina donde, según Iwasaki, los escritores se pueden construir un prestigio literario tan sólo escribiendo cuentos. Y cita a Borges, Arreola, Cortázar, Denevi, Monterroso, Ribeyro "y a tantos autores que no han tenido que acometer una novela para ser reconocidos como grandes escritores. De hecho, los primeros libros de Fuentes, Donoso, García Márquez, Vargas Llosa y Cabrera Infante fueron libros de cuentos". Además de Rulfo, Onetti o Quiroga, y ahora una nueva generación de latinoamericanos, por todo el mundo que se enfrenta al cuento y la novela con el mismo placer y exigencia.

En España el género ha vuelto a enlazar con aquel estallido moderno de fuerza y espíritu renovadores nutriéndose de todos los espacios y tiempos.

Para empezar, los creadores han cambiado de mentalidad. "Las últimas generaciones de cuentistas nos hemos acercado al género seducidos por su grandeza, después de leer a los maestros (Poe y Cortázar, pero también a los españoles de los siglos XIX y XX, de Galdós a Tizón, pasando por Aldecoa y Matute) y convencidos, además, de que no hablamos para las paredes", afirma la zaragozana Patricia Esteban Erlés, responsable de Manderley en venta.

Eso no evita que aún haya narradores para quienes el relato sigue siendo un ejercicio, "ensayos para medir sus fuerzas y probar lo que será su estilo", admite Berta Marsé. Para esta barcelonesa, que debutó con En jaque, ese ejercicio puede resultar útil y muchas veces los cuentos son buenos pero otras veces no, "y puede que eso -publicar, entre novela y novela, ejercicios de cuentos guardados en el cajón- no ayude mucho a la hora de mantener el prestigio del género en toda su dimensión. Pero, para quienes el género es más que un ejercicio, y cada cuento es un fin en sí mismo, el modo de enfrentarse a él no debe ser muy distinto del modo en que te enfrentas a una novela; y no creo que el verdadero cuentista tenga en cuenta el prestigio del género elegido, sino la historia que va a contar y cómo lo va a hacer, porque es lo único que le importa".

Parte de eso se ha invertido. La potencia y el aura de reto literario que lo acompaña son tal que hoy los escritores también empiezan a escribir novelas entre cuento y cuento, arriesga Pereira, de la librería Tres rosas amarillas.

Aliados clave de este renacer son las editoriales. Sobre todo las nuevas y pequeñas que han hallado un espacio poco inexplorado en vista de que los grandes sellos suelen ir a lo seguro.

"Aunque poco, algo ha mejorado la situación en estos últimos años. A las editoriales consagradas -Anagrama, Tusquets, Pre-Textos- han sucedido otras que han tomado el relevo en la defensa del cuento y el descubrimiento de voces, como son Páginas de Espuma, Menos Cuarto o Caballo de Troya", considera el madrileño Eloy Tizón, autor de Velocidad de los jardines. No olvida la labor importante de blogs o la "floración", reflejada en librerías especializadas.

"Asistimos literariamente a una situación muy buena, excelente me atrevo a calificarla", afirma Juan Casamayor, de Páginas de Espuma, que cumple diez años apostando por el cuento. "La generación de pequeñas resistencias (escritores nacidos después de 1960 de la que la editorial ha publicado antologías) agrupa a un conjunto de grandes cuentistas, que han leído muy bien a los escritores latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX y han gozado de traducciones de obras indispensables en el género. Ello se refleja en importantes libros que han ido apareciendo en las últimas dos décadas".

Juan Cerezo, de Tusquets, cree en el cambio: "Hay indicios de cierta mejora: colecciones, editoriales, librerías, blogs, están insuflando nueva vida a un género que, al igual que la poesía, quizá no sea de ventas masivas, pero empieza a contar con lectores fieles, y entendidos".

Precisamente un pequeño volumen de cuentos ha protagonizado, en los últimos años, uno de los fenómenos más interesantes del boca en boca literario de un autor desconocido: Los girasoles ciegos, único libro del fallecido Alberto Méndez. Y entre las obras más destacadas de 2008, según los colaboradores de Babelia, figuran varios títulos de relatos y novelas breves en todas las lenguas.

¡Ilusiona! Ésa es la principal cualidad del cuento, según Miguel Ángel Muñoz, escritor almeriense y creador de uno de los blogs más activos sobre el género (elsindromechejov.com). "Hay autores que persisten en la escritura de buenos libros de relatos, y logran como género una atención creciente, pero al tiempo contradictoria. Aunque haya editoriales especializadas en el cuento, no creo que el mundo editorial apueste más por él, y mucho menos si son escritores no muertos o no anglosajones. Los suplementos más importantes no dan visibilidad real al género, y el cuento se debate entre el amor de los nuevos escritores hacia él y una cierta indiferencia de sus posibles lectores, que, por no conocer esos libros, aún no saben que son lectores de cuento".

Cristina Cerrada tiene una opinión parecida. La creadora de Noctámbulos no está segura de que haya una verdadera apuesta editorial. Cree que se publican más cuentos porque la Literatura, "influenciada por las nuevas formas de comunicación que imponen fenómenos como Internet, o la blogosfera, se ha vuelto más portátil, fragmentaria y urgente. La brevedad es una consigna. Junto a la proliferación de novelones (impulsada por las grandes editoriales), está surgiendo un nuevo y creciente interés por el texto breve, nervioso y esquivo, refractario a las clasificaciones, no sé si hablar de cuento, porque es, en ocasiones, difícil de catalogar. En la era posmoderna, las novelas dejan de serlo para convertirse en yuxtaposición de fragmentos. En el caso de España, tenemos el fenómeno Nocilla, o editoriales minoritarias que apuestan por el relato como si de un género nuevo se tratase. Si esto continúa, puede que estemos asistiendo no sólo a un nuevo cambio del gusto, como sucedió en Europa durante el paso del Renacimiento al Barroco con la poesía y el teatro, sino a una pequeña pero necesaria revolución".

Y el ciberespacio confirma su revelación como un escenario decisivo en este impulso evolutivo d ela literatura.

Romance tempestuoso el de Internet y el cuento, reconoce Muñoz. "A través de bitácoras, revistas digitales y demás webs, el amante del cuento ha encontrado un club de encuentro libre de presiones y conveniencias literarias o comerciales. Un lugar para la sugerencia y el descubrimiento de nuevos nombres, que ha demostrado que había una necesidad de información sobre este género, "tan poco comercial" según las editoriales. Por sus características, ha beneficiado mayormente a la difusión del microrrelato. La historia entre Internet y el cuento es puro presente. En la red han cobrado vida literaria, hoy -que es lo que necesitan sus autores-, numerosos libros de cuentos muy valiosos que han sido completamente despreciados por los medios de comunicación convencionales. La influencia de las tecnologías en el futuro del relato es, hoy por hoy, eso: futuro".

Mientras se aclara el porvenir, escritores y editores advierten de que éste es un momento maravilloso y delicado ante el riesgo de publicación de obras de baja calidad. Aunque, sentencia Alejandro García Schnetzer, de Libros del Zorro Rojo, "mientras una novela mediocre puede ser exitosa, un libro de cuentos lo tiene más difícil, de él se espera que cada página depare alguna clase de felicidad, alguna mínima emoción".

Una fascinación que ha vuelto con entusiasmo a un país que es parte de la casa del cuento. Aquí vivió una primera gran transformación al final de la Edad Media cuando empezó a dejar su tono más oral, moral y religioso para iniciar su centenaria andadura de estilo más literario, según dejaron constancia autores como Don Juan Manuel y Arcipreste de Hita; y dio un gran paso a principios del siglo XVII con Cervantes, después con Bécquer y más recientemente con los escritores de los años cincuenta y algunos de los ochenta.

"Que esta época revalorice el cuento es una buena noticia", afirma García Schnetzer, "acaso sea un síntoma de que la lectura vuelve a ser exigente". Y los lectores decidirán si la vuelta a casa del cuento tendrá el mismo destino que tuvo Wakefield que, tras su larga ausencia, se convirtió en un marido amante. [fontanamoncada@yahoo.es]

Problemas de la estación del tren en la UASD y 2



Por William Jerez NYC 01/31/09

En un acto de desesperación Leonel Fernández, el Presidente de la República Dominicana (RD), inauguró su tren personal aún sin que la obra se haya terminado. Claro, es su tren y él puede hacer, como siempre, lo que le venga en ganas.

La obra debió ser terminada para acallar las voces de los genuinos representantes de toda una población de 9.5 habitantes que en su desesperación se han dado cita en la cumbre del Foro Social Alternativo, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), para expresar soluciones a sus diversos problemas que les afectan.

La corrupción generalizada del país (pública y privada) tenía que venir con algo
descomunal. Y para eso había que inaugurar apresuradamente la pobre obra del tren

Por falta de liquidez del actual Gobierno, en dicha obra del tren de Leonel y Diandino, participaron varios países extranjeros en la realización de dicha obra.

Vamos a delinear algunos de los problemas de la estación del tren en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

¡Veamos algunos de los problemas que afectan a los moradores de la UASD…!:

1) Los problemas de la OPRET, la CAASD y el Gobierno. La estación del tren en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) está causando muchos problemas a los moradores de los alrededores de la UASD. Algunos problemas (macos) en la reciente inaugurada estación del tren de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) son los siguientes: la falta de registros de aguas negras y los medidores de agua de la CAASD, el polvillo del concreto que han usado los contratistas de la OPRET, la corrosión de los aires acondicionados, los desagües de los aires acondicionados y otros que en realidad no me he percatado.

a) Los registros de aguas negras y los medidores de agua de la CAASD. Los registros de aguas negras y los medidores de agua de la CAASD fueron removidos en toda una cuadra en donde está la estación del tren. ¿Y no dicen las especificaciones que cada 75 metros máximos debe de haber un registro de aguas negras? ¿Y dónde están los registros de aguas negras entre las calles Fray Vicente Beltrán y la Alma Mater? No existe un solo registro de aguas negras. ¡Oh…, se les olvidaron a los contratistas corruptos de la OPRET!

¿Y es que van a vivir eternamente los moradores alrededores de la estación del tren de la UASD con las agua negras infectadas de mosquitos, ratas, cucarachas, ciempiés y etc.?

Dentro de poco, cuando todos los apartamentos de la vecindad llenen la tubería de aguas negras de 6 pulgadas, todo el sector se inundará de aguas negras. ¿Y dónde están la OPRET, la CAASD y el actual Gobierno para corregir estos malestares de construcción que drásticamente están afectando a todas las comunidades alrededor de la UASD?

¿Y dónde están los medidores de aguas de la CAASD para la facturación que se hace mensual? Tantos los registros como los 6 medidores de agua que estaban instalados desde el 1981, y que nunca dieron problemas, fueron removidos por los contratistas de la OPRET.

¿Y que van a hacer los moradores de la estación de la UASD?

b) El polvillo del concreto. El concreto fuera de especificaciones usados por los contratistas de la OPRET está causando asma e irritaciones en los ojos a los moradores de la UASD. Los moradores de la UASD decidieron por unanimidad no aceptar estos concretos que despiden los polvillos.

¿Y que tiene que ver la OPRET con todos estos y otros males causados, a los moradores de los alrededores del tren de la UASD, por la construcción de la estación del tren de Diandino y Leonel?

c) Los aires acondicionados. Los aires acondicionados, del reciente inaugurado tren, se están corroyendo debido al salitre del mar. ¿Y es que los responsables de recibir el tren en buen estado no previeron esta situación? ¿Y es que los contratistas de la OPRET están confabulados con alguien en el Gobierno?

d) El agua de los aires acondicionados. Y ni hablar del agua que echan los aires acondicionados. Dicha agua está yendo directamente a los filtrantes de las entradas de los condominios aledaños.

e) Otros que en realidad no se. Lo único que puedo asegurar es que ya se han mudado varias personas para irse a vivir a otro lugar. Y otros han vendido sus apartamentos para irse del lugar.

¿Es toda esta situación normal? Los residentes en los alrededores de la estación del tren de la UASD, en toda la cuadra desde la Fray Vicente Beltrán hasta la Alma Mater, están en pies de lucha hasta que la OPRET, la CAASD o el Gobierno resuelvan los problemas que han causado la construcción de la estación del tren de la UASD.

¿Y como se puede inaugurar un tren con todos estos problemas?

Claro, había que inaugurar el tren a la ligera, y sin haberlo terminado, para acallar las voces de inconformidad de toda la población de 9.5 millones de habitantes.

2) Los US$250,000. Los US$250,000 tienen nerviosos a la corrupción generalizada de la República Dominicana. Actualmente hay comentarios muy fuertes en las poblaciones de Suiza y Brasil, dónde en estos momentos se celebran cumbres para plantear soluciones a la actual crisis de nuestro planeta, sobre el destino de los dineros sustraídos a las distintas poblaciones del planeta. Hay comentarios de que esos dineros les serán incautados a los depositarios de los países en cuestión y devueltos a los países de origen. Los comentarios estiman que solamente le serán devueltos unos US$250,000 a los depositarios. Es decir, que si una persona ha depositado US$200 o US$300 millones, solamente tiene derecho a retirar unos US$250,000 dólares.

¿Y como puede un muerto de hambre depositar de la noche a la mañana estas enormes fortunas sin haber trabajado?

Si esto es cierto, los ladrones dominicanos llorarán con lágrimas de sangre el haber depositado en el exterior millones y millones de dólares mal habido a costa del deterioro de la calidad de vida de los dominicanos.

En la era anti-Salinger


Por EDMUNDO PAZ SOLDÁN | © BABELIA


Hace algunos años, el novelista norteamericano John Updike se quejó de que, por primera vez en su vida, su editorial lo obligaba a visitar librerías y leer capítulos de su nueva novela, para promocionarla. Desde entonces, las cosas no han hecho más que intensificarse. Vemos a los escritores en todas partes: están presentando libros en ferias, discutiendo la obra de otros autores en festivales de literatura que no cesan de proliferar... Pronto, todas las ciudades del mundo tendrán un festival o una feria del libro.

Si Updike se quejaba era porque pertenecía a otra época: su gesto era la versión mínima de Salinger y Pynchon, quienes decidieron desaparecer para que la obra hablara por cuenta propia. Hoy, en la era anti-Salinger, son pocos los escritores que dicen no a las invitaciones. Los más creativos aceptan la invitación, y luego buscan la manera de estar sin estar. Es el caso del peruano-mexicano Mario Bellatin, que a veces ha tenido presentaciones en las que no ha hablado una sola palabra. Unas diapositivas y una grabadora con su voz han hecho lo suyo. Bellatin dice al respecto: "escribo porque es la única manera que tengo de expresarme... ¿Por qué ponen tanto el cuerpo los escritores? ¿De qué se trata, es teatro o es una performance? ¿Gana quien deslumbra más, el que hace más piruetas?"

Durante un buen tiempo, yo pensé que el fenómeno de la proliferación de festivales y ferias del libro se debía sobre todo a un tema de gestión de la cultura: las ciudades -las grandes, las medianas, las pequeñas— necesitan una amplia oferta cultural, y una de las cosas de más amplia difusión e impacto resulta ser el festival de literatura. En mis momentos más optimistas, también creí que se podía tratar de un resurgimiento del interés en la literatura. El libro vuelve a ocupar un lugar privilegiado, me dije; con la romántica recuperación de su aura, todos quieren tener un escritor a mano.

Esos factores sólo explican una parte del fenómeno. Ahora creo que la cosa es más compleja, y no tan optimista. El exceso de festivales, de ferias de libro y de congresos, se debe principalmente a una conjunción de ansiedades. Por un lado, en una ecología de medios inundada de ofertas, las editoriales deben luchar para hacerse de un espacio, y los deseos de promocionar a sus autores van de la mano con el interés genuino de los promotores culturales para dar relevancia al libro. Por otro lado, hay una creciente sensación de que la palabra escrita ya no es suficiente. Ésta necesita que la acompañe la figura del autor, la lectura de un texto en voz alta, la performance.

Hay una respuesta para la aguda pregunta de Bellatin ("¿por qué ponen tanto el cuerpo?"): a pesar del star system que los acompaña estos días, los escritores saben que se sostienen en un lugar muy precario. Si los vemos por todas partes, debemos preocuparnos: significa que una nueva fe ha tomado los templos, y que el autor, con el fervor de los cruzados, ha salido a defender la novela, la poesía, el ensayo. [fontanamoncada@yahoo.es]

viernes, 30 de enero de 2009

Y las teorías de Lakoff se encarnaron en Obama


POR JAVIER VALENZUELA | © BABELIA

En el verano de 2004 subió a la tribuna de la Convención Demócrata de Boston un telonero que hablaba de grandes valores y no desgranaba las ofertas del programa electoral de su partido, que usaba metáforas comprensibles y huía de los eufemismos burocráticos, que transmitía empatía y no distanciamiento. Para George Lakoff fue una epifanía. Aleluya, se dijo, aquel joven político afroamericano hacía lo que los conservadores llevaban lustros practicando en Estados Unidos y Europa, y lo que, salvo excepciones, soslayaban sus rivales progresistas. Y así les iba de bien a los primeros, que desde la época de Reagan y Thatcher dominaban la agenda política e ideológica, y de mal a los segundos, que jugaban a la defensiva, siempre en terreno contrario. A partir de entonces, Lakoff, catedrático de Lingüística de la Universidad de Berkeley (California), empezó a citar a Barack Obama como ejemplo viviente de lo que él proponía en sus libros y sus trabajos para el Rockridge Institute, uno de los pocos think tank progresistas de Estados Unidos. "No sé si Obama me ha leído o no, pero eso da igual", decía. "Lo relevante es que, tal vez de modo instintivo, sabe lo que hay que hacer".

Lakoff empezó a ser conocido en España en 2007, tras la publicación de su No pienses en un elefante. En ese libro explicaba por qué la derecha -urbi et orbi- llevaba años consiguiendo que sus temas (libre mercado, reducción de impuestos, lucha contra el terrorismo, familia tradicional, religiosidad, nacionalismo...) dominaran las agendas informativas y electorales. Era, según Lakoff, porque había hecho un enorme trabajo para presentarlos en paquetes atractivos. La llamada revolución neoconservadora -en realidad, la contrarreforma de los avances liberadores de los años sesenta y setenta del siglo XX- dominaba el mensaje y el medio.

En Puntos de reflexión. Manual del progresista, Lakoff camina por la misma dirección. El lingüista californiano detalla ahí cómo Richard Wirthlin, asesor electoral de Reagan, hizo en 1980 un descubrimiento que cambió la política estadounidense y, en gran medida, la mundial. Las encuestas que manejaba le decían que mucha gente que no estaba de acuerdo con determinados aspectos del programa de Reagan pensaba, no obstante, votarle. Perplejo, Wirthlin estudió el fenómeno y descubrió que a esa gente lo que le gustaba de Reagan era que hablaba de valores. Y, además, de modo comprensible y transmitiendo una gran impresión de autenticidad, de pensar lo que decía.

Renació así la cosmovisión conservadora. Pero no sin que la derecha estadounidense se gastara millones de dólares en construir poderosos think tank como la Heritage Foundation, donde se acuñaron las viejas ideas en nuevos formatos y donde fueron entrenados para hablar en radio y televisión cientos de intelectuales y comunicadores neocon. Y es que, para Lakoff, uno de los elementos centrales de la contrarreforma conservadora ha sido su "uso magistral de la comunicación", basado en "trabajos muy serios sobre psicología y lingüística".

La clave, según Lakoff, está en "saber enmarcar el debate". El lingüista suele citar dos muestras de cómo los neocon supieron establecer "los marcos del debate": llamaron "guerra contra el terror" a la invasión de Irak y "alivio fiscal" a su rebaja de impuestos a los ricos, de modo que quien se oponía a lo primero resultaba sospechoso de simpatizar con el terrorismo y quien protestaba por lo segundo aparecía como alguien deseoso de subirles a todos los impuestos.

Regordete, de piel sonrosada y cabello y barba canosos, con gafas redondeadas, Lakoff parece uno de esos sabios que Spielberg suele sacar en sus películas. En Puntos de reflexión insiste en que, mientras los conservadores tomaban la iniciativa, los progresistas dejaron de proponer sus principios y valores, abandonaron el terreno de lo moral, lo simbólico y lo emocional, y asumieron la agenda del contrario, aunque fuera para refutarla, convirtiéndose así en sus propagandistas inconscientes. Acomplejados política e ideológicamente, obsesionados por ser buenos gestores del corto plazo, hablaban como tecnócratas, ofrecían meras "listas de la compra" electorales, evitaban jugar por la izquierda y se presentaban como centristas. Lakoff se desesperaba. "Los progresistas", decía, "tienen que comunicar progresismo, sea cual sea el tema que se saque a colación; deben hablar desde sus propios marcos conceptuales".

Y entonces apareció Obama. Lakoff sólo tiene elogios para el presidente de EE UU. "Obama ha liderado la gran derrota electoral de una derecha extremista y autoritaria que ha pisoteado los valores estadounidenses. Éstos son progresistas y Obama ha sabido recordarlo: la empatía, la celebración de la diversidad, la solidaridad, la responsabilidad común. Ese juntos podemos conseguir más libertad, más igualdad, más prosperidad". La campaña del afroamericano ya le parecía modélica mucho antes de que terminara siendo ganadora. "Obama", dice, "comprendió por qué Reagan ganó en 1980: la gente no vota tanto basándose en detalles programáticos como en algo más profundo como son tus valores. ¿Dices lo que piensas? ¿Podemos confiar en ti? ¿Sabes comunicarte con nosotros? ¿Nos identificamos contigo? Ésas son las grandes preguntas de los electores. Y Obama siempre caminó por esa senda. Además", añade Lakoff, "es un orador muy elegante y un gran narrador de historias, y la gente entiende mejor lo que dices cuando se lo cuentas como una historia".

Lakoff afirma que el objetivo de Puntos de reflexión es "ayudar a expresar con palabras lo que piensan y sienten los progresistas". ¿Y qué piensan y sienten cuando no adoptan los marcos de los conservadores? "Básicamente", responde, "que un mundo mejor, en el sentido de más libre y más justo, siempre es posible". [fontanamoncada@yahoo.es]

jueves, 29 de enero de 2009

Cuentos infinitos


Hay casi tantos cuentistas como maneras de afrontar un cuento. Un buen relato queda en el lector hasta mucho después de terminar su lectura. El bicentenario de Edgar Allan Poe, pionero del cuento moderno, coincide con "un momento maravilloso"


Por Cristina Fernández Cubas | © BABELIA

Hace unos días, desayunando en el café de costumbre, me hice con el único periódico libre que quedaba en la barra. Eran ya casi las once y me sorprendió encontrarlo en buen estado. Empecé por el final, una entrevista. O, mejor, por una de las respuestas que un lector anónimo se había molestado en destacar envolviéndola en un trazo verde que recordaba a una nube. Hay gente que tiene la manía de garabatear en periódicos ajenos, y otra, entre la que me cuento, que no puede resistirse a mirar sus dibujos, subrayados o signos. El entrevistado era John Michael Bishop, rector de la Universidad de California, premio Nobel y autor de notables descubrimientos en el campo de la investigación médica. Me llamó la atención que, hablando de sus hallazgos, insistiera en la importancia de "seguir la nariz", algo que, en principio, no me pareció demasiado científico. Continué leyendo. "La nariz", en efecto, era una forma de nombrar la intuición, pero -como aclaraba enseguida- una intuición "que se alimenta de conocimientos racionales: de tantas cosas que no sabes que sabes. Y de repente... ¡conexión! ¡Los conectas! Te puede pasar en la ducha, en la carretera, o en el laboratorio, o en sueños...". El lector anónimo había subrayado en sueños. Miré alrededor. Dos oficinistas, el peluquero del barrio y un grupo de estudiantes extranjeros. Cualquiera de ellos, además de un bolígrafo verde, podía haber tenido un sueño revelador aquella noche. Y volví a la nube. A la respuesta de J. M. Bishop, la frase que, entonces me di cuenta, iba mucho más allá del campo de la investigación científica. Pensé en el cuento. Y pensé también que aquella frase me había gustado, mucho antes de saber que me había gustado.

En el territorio del cuento suelen concurrir un montón de factores a menudo absurdos; por lo menos, contradictorios. El cuento no goza de la misma aceptación en todos los países, cosa sabida, ni tampoco del mismo respeto. A veces, incluso, en casos extremos, cuentistas y lectores -el lector juega un papel importante en lo que estamos hablando- tienen la sensación de pertenecer a una secta, una singular hermandad de iniciados protegida por infatigables estudiosos que desenvainan la espada a la menor ocasión en defensa del género. Aunque ¿quién lo ataca? Nadie, que yo sepa. Por lo menos abiertamente. Se trata, a lo sumo, de un silencio, de un "pasar por alto", de situar el género-cuento en un lugar más que discreto de unas hipotéticas estanterías. Y sin embargo ¡cuántas veces se rompe este silencio! A los novelistas se les pregunta por sus novelas. A los cuentistas por el cuento. Algo misterioso debe de tener el género para que haya dado lugar a tantas y tantas páginas sobre sí mismo. Y en los intentos de aproximación, en las numerosas "poéticas" -que, otra curiosidad, además de a los poetas, únicamente se nos pide a los cuentistas- encontramos una serie de premisas en la que casi todos los autores estamos de acuerdo. Hablamos así de esfericidad, del valor de la mirada, de la importancia de "lo que no se dice", de concisión, de intensidad, de economía, de equilibrio, o de que, posiblemente y a la postre, un buen relato es el que va más allá de la palabra "Fin" y persigue al lector hasta mucho después de haberlo concluido. Pero ahí empieza y acaba la concordia. Porque hay más. Y en esas tentativas de aproximación -palabra que prefiero a "definición", por lo que esta última pueda tener de carcelaria- siempre asoma algo que, de repente, nos aleja. No sabemos lo que es. ¿Y para qué saberlo? Tal vez en eso estribe la esencia secreta de un buen cuento. Un soplo, una presencia ausente que felizmente se resiste a ser encasillada. Algo muy semejante a una chispa, un fogonazo, la "conexión" de la que hablaba Bishop, y que puede ocurrir en cualquier momento. "En la ducha, en la carretera, o en el laboratorio, o en sueños...".

Es posible que tampoco en este punto estemos todos completamente de acuerdo. Existen casi tantos cuentistas como maneras de afrontar un cuento, e, incluso, si un autor nos abre su trastienda, nos percataremos enseguida de que cada relato ha obedecido a un impulso diferente. Sería absurdo pretender encorsetarlos. Hay cuentos que se escriben de un tirón, con una facilidad pasmosa, como si estuvieran dormitando en un lugar recóndito del cerebro y el autor, en funciones de amanuense de sí mismo, no tuviera más misión que arrancarlos de su letargo y transcribirlos. Otros, en cambio, actúan como auténticos secuestradores. Surgen de pronto, se instalan en nuestra cabeza, en el papel, en nuestra vida, malogrando el menor intento de deserción, conminándonos a entregarnos en cuerpo y alma, y dejándonos prácticamente sin aliento. Sólo al final, al término del cautiverio, volvemos a ser lo que fuimos y respiramos liberados. Cortázar, que conocía de sobra estos arrebatos, los llamó "cuentos contra el reloj", apreciación únicamente aplicable al género, porque parece más que improbable que, en ese especial estado de posesión, se pueda empezar y acabar una novela sin que el autor perezca en el intento. Pero no siempre la creación resulta tan rápida o compulsiva. Muy a menudo -y apelo ahora sobre todo a mi experiencia- el proceso de escritura se asemeja a un largo pasillo en el que nos adentramos con cierta tranquilidad y paso firme. Tenemos un objetivo en la mente y un itinerario en la mano. Creemos -de ahí nuestra aparente decisión- saber adónde vamos. Pero no está tan claro que así sea. Porque aunque, como dijo Borges, resulta "un gran alivio conocer el final", eso no implica que, forzosamente, lleguemos a donde nos habíamos propuesto. En el largo pasillo, a derecha e izquierda, en el techo o bajo nuestras pisadas, se abren puertas, se adivinan ventanas, se dibujan altillos, o se presienten sótanos o pozos profundos. Y el autor, muy dueño de seguir implacable el trayecto previsto, puede, al contrario, ceder a la tentación de curiosear, traspasar puertas, asomarse a ventanas, o preguntarse qué es lo que se oculta bajo sus pies o se esconde en el interior de los altillos. Corre el riesgo de perder el rumbo, cierto. O de perderse, en todos los sentidos. Aunque también es posible que, después de sus pequeñas incursiones, vuelva al plan originario y termine arribando a puerto enriquecido. O quizás el puerto -el "alivio" de Borges- no sea, como creíamos, el destino final, sino tan sólo una escala que deje entrever otro puerto. O una sucesión de puertos. Cuando esto ocurre -así, de pronto, sin previo aviso- el autor se siente como un mago que acaba de sacar un animal vivo de la chistera. Una paloma o un conejo que no recordaba haber escondido en el forro de la levita o en sus enormes bolsillos de doble fondo. Y se asombra, claro está. No podría ser de otra manera.

Pero no estoy hablando de magia ni de milagros, sino de algo tan simple como la chispa, el fogonazo; la súbita conexión con esas "cosas que no sabemos que sabemos". Y, sin embargo, allí están. Como en los bolsillos del prestidigitador olvidadizo, o como en la vieja e inhóspita posada española, minuciosamente descrita por Richard Ford, entre otros viajeros de talento, y rescatada por Jünger en las últimas líneas de su Visita a Godenholm. Nuestra posada es un cruce de caminos, un intercambio de historias y vivencias. Pero también un lugar de desabastecidas alacenas en el que los huéspedes, en definitiva, no encuentran "más que lo que traen consigo en su equipaje". Palabras que en su día me impresionaron, y que, si alguien husmeara en mis estanterías, descubriría todavía hoy subrayadas en rojo. En un tímido, respetuoso y cada vez más desvaído trazo de lápiz rojo. - [fontanamoncada@yahoo.es ]

Blanca Kais Barinas


La Maestría Cuentística de Blanca Kais Barinas
en “El Compromiso”


Conferencia:

XI Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2008
(Auditorio del Museo de Arte Moderno).
(Conferencia patrocinada por el Senador de San Cristóbal, Lic. Tommy A. Galán Grullón)


Por: Orlando Alcántara Fernández (Orly).

La maestría cuentística de la escritora y animadora cultural Blanca Kais Barinas, Directora de la Casa de Cultura de San Cristóbal, se aprecia notablemente en la esmerada y exquisita escritura milimétrica que sirve como signo de identidad para la puesta en escena de modo exacto, preciso y correcto de cada uno de sus cuentos al cumplir de manera rigurosa con las leyes de este cerrado género literario. Al mismo tiempo, presenciamos de principio a fin de esta colección narratológica la historia de un teicidio o, como le llamaría Mario Vargas Llosa, la historia de un “deicidio”, al titular su obra crítica sobre “Cien Años de Soledad” del prodigioso y magistral Gabriel García Márquez (Gabo). Una sola vez es mencionada la palabra “Dios” en todo el libro y la narradora suplanta a Dios al colocarse como un observador omnisapiente, omnisciente, que narra sus historias manteniendo la distancia entre sus personajes, quienes muchas veces son víctimas de un destino trágico, a veces espeluznante, atados al amor acuciante a la tierra en que viven y que les da sustento para vivir.

Al hablar de la tierra, es imperioso notar que el aliento telúrico en Blanca Kais Barinas es un signo entrañable al poetizar en prosa las bondades de los elementos telúricos que transmiten una atmósfera emocional en los personajes que han brotado del barro y hacia el polvo se dirigen. El sentido genésico está fuertemente enclavado en esa tierra pródiga y fértil y el sentido teleológico permanece incierto en unos seres que desconocen su destino, pero que de todos modos se acercan hacia lo insondable que se avizora en la muerte y acuden a ella con la gallardía propia de una certeza insoslayable en que debe existir un mundo mejor, pues no ven a la muerte con una mirada enfermiza, sino como un tránsito natural hacia otra dimensión que nunca acota la autora ni con el más mínimo vislumbre.

El sentimiento del deber enraizado en los valores éticos rurales es una segunda naturaleza que impulsa a matar por honor, que deviene en suicidio ante una infidelidad insufrible, que da aliento a conductas irrevocables. De su lado, la presencia de la infidelidad marital es también una segunda naturaleza que permea una parte significativa de las tramas de estos cuentos, dándole un sentido pasional inusitado por la facilidad en que ocurre el adulterio en un ambiente rural que muchas veces nos imaginamos apacible, lleno de armonía y sin discordias. Subyacente a esta realidad rural está la preocupación por el placer íntimamente ligado a lo inexorable de la muerte. Pues el adulterio está íntimamente vinculado a arriesgar la vida y la vida en un ambiente rural en que el honor se enarbola como un principio de principalía se puede perder en un abrir y cerrar de ojos.

No obstante, la maestría cuentística de Blanca Kais Barinas no se afianza en los argumentos de sus relatos, sino, por el contrario, en la materia prima que les da vida, es decir: su escritura. Barinas tiene pleno dominio del género cuento como lo demuestra su esmerada factura en cuentos que cumplen con las leyes de ser como una flecha que da con precisión en el centro de la diana (Horacio Quiroga), de atrapar la atención del lector de principio a fin con la máxima economía de recursos así como el tigre tiene la anatomía y la agilidad perfectas para capturar a la presa (Juan Bosch) y de crear un universo cerrado que cumpla con la perfección de la esfera (Julio Cortázar). Estas tres leyes del cuento las aplica consciente o inconscientemente la cuentista Blanca Kais Barinas en cada uno y todos sus cuentos de la colección “El Compromiso”. Y en estas cualidades es que reside su maestría cuentística. Porque en sus cuentos no hay divagaciones ni digresiones innecesarias. Todo está colocado en su lugar preciso. Todo cumple un objetivo premeditado. Todo encaja. Todo brilla. Todo refulge en perfecta armonía con el asunto central del cuento. Lo demás es accesorio, pues en sus cuentos encontramos la preocupación social por ser dueño de un pedazo de tierra, de conseguir una visa de un padre desconocido, de no revelar el nombre verdadero para protegerse de algún mal en el futuro, etc. Desde el punto de vista estético, literario, la maestría de Blanca Kais Barinas reside en su íntimo conocimiento del género y la materialización de ese conocimiento en historias memorables que nos apasionan porque discurren como si fueran fuentes fluviales de apacibles corrientes que nos dan solaz al espíritu a pesar de sus momentos desgarradores en que hace acto de presencia la muerte desgarradora.

La clave de esta maestría cuentística la podemos encontrar en la escritura milimétrica que signa la narración sin un ápice de desperdicio en que cada palabra, milímetro a milímetro va deshilvanando la trama para preparar al lector a un final sorpresivo o abierto que sirve como pretexto de todo lo narrado. Cada palabra está en su justo lugar y cada palabra es optimizada mediante el esplendor que arroja el relato en su totalidad armónica. Por todo esto, consideramos que el libro de cuentos “El Compromiso” es muy valioso para que estudiantes aprendan de primera mano qué significa el género “cuento” mediante una colección de cuentos que le hace un grandísimo honor a este difícil género literario. Pues cada cuento se articula como una inexorable maquinaria indetenible cuyo fin es narrar una historia inolvidable y trascendente no sólo por lo que plantea, sino, más bien, por la exquisita y refinada manera en que es narrada. Blanca Kais Barinas es una maestra del cuento sin lugar a dudas. Y esta afirmación la hacemos sin recurrir a ningún tipo de comparación generacional ni de género. Blanca Kais Barinas es una maestra del cuento a secas. Sin adjetivos que puedan adornar su condición de maestra del cuento. En cualquier país del mundo, en cualquier idioma conocido, Blanca Kais Barinas es una maestra del cuento. Y al decir “cuento” me refiero al relato literario de leyes cerradas como la verosimilitud, la precisión lingüística, la unidad argumental, la economía de recursos, etc. Es decir, estamos ante la presencia de una maestra del cuento atemporal, que desborda cualquier encasillamiento innecesario y baladí. A continuación he recopilado algunas citas memorables de su libro de cuentos “El Compromiso” y luego reproduzco un ensayo sobre su cuentística que a la vez nos remite a otro ensayo sobre el cuento que da origen al título de esta colección de cuentos. Veamos.

Lluvia Oquendo

Con un escalofrío que le recorrió la espalda, se supo condenada. Se sumergió en el terror y se vio habitando el miedo cada noche, esperando la estocada mortal que hiciera eterno su silencio.

Si Esta Tierra Fuera Mía...

Sentía al inmenso pedazo de oscura tierra lleno de vida, palpitante, como queriendo reventar. La caricia del sol y de la lluvia habían preñado de plenitud ese vientre fértil.

José pensaba que no comprendían a la tierra; para él no era algo que ensucia o para explotar y sacar dinero sin pensar en nada más. Había que cuidarla, quererla, y cuando la semilla prometedora estuviera en sus entrañas, había que venerarla como a una mujer de quien se espera un hijo.

La Puerta Grande

-Los hombres que madrugan demasiado dejan la cama caliente. ¡Devuélvase a buscar algo, carajo!

Abre la puerta de una patada, y de un salto queda plantado frente a su cama, con los ojos sin tamaño, viendo las carnes de su Matildona mostrándose plenamente sobre las sábanas cómplices.

El Compromiso

Los hombres cantaban con esa voz del hombre del campo, perentoria, llena de urgencias y reclamos, voz que pretende despertar a la tierra para que dé sus frutos.

Y se fue por el camino, delante del alcalde y sus hombres, sabía Dios hasta cuándo.

El Regreso

Entre la oscuridad y el lodo del camino, José vuelve a su casa en una noche de lucha con la lluvia y el viento. Ya el temporal desató su furia y ha quedado una llovizna fría que le hace tiritar.

El Nombre Verdadero

Los días siguieron uno tras otro encaramándose en su vida, con las voces de los peones en los corrales y su propia voz cansada en el atardecer.

La Visa de la Abuela

Entré en la casa con mi nueva vida sobre mi cuerpo. Me dirigí, sin prisa, al cuarto que compartía con mi abuela, y suavemente me dejé caer sobre mi cama. Entonces –entregada a una paz desconocida- dormí sin límites, como si estuviera en la Eternidad.

La Venganza

Sólo había detenido su trabajo para preparar los alimentos y ordenar la casa siempre sumida en un espacio de silencio.

Las Sillas

Cada recién llegado iba al fondo del patio a buscar una silla, hasta que un reguero de ellas estaba en todas partes, en el bohío, en la enramada, y hasta en el borde del camino, el que no se sabía si llegaba o se iba.

La Última Palabra

Los días, con su bagaje de pesadumbre, fueron pasando con lentitud, y de todo lo vivido, de todo el largo tiempo recorrido, sólo había quedado, devastador, el sonido de esa palabra, la que agredió su mundo, la última palabra que dijeron sus labios moribundos.

Terminan las citas.

Un día feliz, cuya fecha no acierto a recordar, me puse a escribir críticamente sobre un cuento premiado en Casa de Teatro de la gestora cultural y escritora Blanca Kais Barinas, dama sancristobalense de insigne prestigio bien merecido, y al desgaire surgieron las siguientes líneas críticas, con todo y título.

Sebastián Lemba


Por Domingo Acevedo


Nadie sabe en qué fecha nació. Lo que si se sabe es que Sebastian Lemba nació en Africa. En esos tiempos habia hombres que iban al Africa, agarraban a las personas, las metian por la fuerza en sus barcos y las traian para America. Cuando llegaban a estas tierras americanas las convertian en esclavos. Los esclavos eran los que tenian que hacer los trabajos más dificiles. Pero por ese trabajo no les pagaban. Los esclavos no tenian derecho de ningun tipo. Los amos disponian hasta de sus vidas si querian.

Cuando Sebastian Lemba era un joven, también a él lo arrancaron del lado de su familia allá en Africa. Lo trajeron a esta Isla asi, por casualidad, como también lo pudieron haber llevado a Mexico o a Peru o a cualquier otro lugar donde llevaban esclavos. Lemba Ilegó en uno de esos barcos que venian llenos de esclavos. Cuando lo trajeron seria ei año 1525, o quiCn sabe si antes o después. Ni siquiera esa fecha se sabe!

Tanto Lemba como los demás esclavos tenian que buscar oro en los dos. TambiCn tenian que trabajar en La tierra y mover los trapiches. Los trapiches eran unas máquinas de madera que parecian un molino grande. Para mover un trapiche se necesitaban varios esclavos. Esas máquinas se usaban para moler ia caña y sacar ci guarapo de endulzar.
Ademas edl diuro trabajo, los esclavos no tenian libertad. Tenian que hacer lo que les dijeran sus dueños, los amos. Muchos amos daban maltrato a Los esclavos. De tantos maltratos, de trabajar tan duro, por el 1532 Lemba y un grupo de esclavos se alzaron. Alzarse era dejar los amos y ci duro trabajo e irse a los monies a vivir libres. A Los alzados les llamaban también cimarrones.

A Sebastian Lemba se le fueron uniendo muchos otros esclavos. Pronto ilegaron a ser corno cuatrocientos hombres. Lemba dirigia a esos hombres como si fuera un ejército: hacian ejercicios y se mantënian fuertes. Ellos iban a cualquier poblado, atacaban a Los españoles y liberta ban a los escLavos. Se movian por toda Ia lsla. Aparecian en Bahoruco, en Azua, en Higuey, en cualquier parte.

Los amos españoles le tenian rnucho miedo a Lemba y a sus hombres. Lemba era un negro grande, bien fuerte y valiente. Algunos investigadores de la historia afirman que Lemba era hijo de un rey de una pequeña tribu del Africa.

Muchos de los alzados o cimarrones vivian en pequcños poblados que ellos levantaban lejos de las ciudades A esos poblados los llamaban Palenque o Rochela. Ahi, cerca de los montes, vivian los cirnarrones en casuchas hechas de materiales sencillos.

La lucha de Lemba duró quince años. En todo ese tiempo tuvo muchos enfrentarnientos con los amos. El 17 de septiembre de 1547 fue capturado. Enseguida le dieron muerte.

La acción de Sebastian Lemba tiene una importancia histórica particular. El fue uno de los primeros en comenzar la lucha contra la esclavitud en todo el Continente Americano. Esa lucha tuvo su éxito muchos años después, cuando por fin se comprendió que los seres humanos somos todos iguales.
laesperillasos@hotmail.com

miércoles, 28 de enero de 2009

Visión de la mujer en tres cuentos de Juan Bosch, Miguel Alfonseca y René Rodríguez Soriano


El cuento, considerado como el género por excelencia de la literatura dominicana, es motivo de estudio en otras fronteras. He aquí la visión de la puertorriqueña Luana Dávila sobre los textos La mujer de Juan Bosch, Delicatessen de Miguel Alfonseca y Una muchacha llamada Josefina de René Rodríguez Soriano


Por Luana Dávila | © mediaIsla

Esta exposición literaria presentará las características de la mujer que son presentadas en tres cuentos realizados por distintos cuentistas dominicanos. De aquí podemos establecer coincidencias, divergencias y la presentación de temas como la violencia doméstica, la prostitución, la marginalidad, la cosificación, la pobreza, y el prejuicio que giran en torno al personaje femenino en sus diferentes espacios literarios.

En el cuento: "La mujer" de Juan Bosch, nos enfrentamos a una creación literaria realista, que ocurre en un espacio rural. El realismo como corriente literaria procura mostrar en las obras una reproducción fiel y exacta de la realidad. Rechaza el sentimentalismo, muestra al hombre objetivamente, pues da toques de una realidad cruda. Las obras muestran una relación mediata entre las personas y su entorno económico y social, del cual son exponentes; la historia muestra a los personajes como testimonio de una época, una clase social. El autor analiza, reproduce y denuncia los males que aquejan a su sociedad. Los sucesos narrados eran tan "reales" que se asemejaban mucho a las crónicas de la vida cotidiana.

El narrador es extradiegético y relata la manera en que una mujer fue asesinada a golpes por su esposo, Chepe. La naturaleza parece personificar la tragedia existencial de la mujer dominicana, considerada como posesión del hombre machista, que la reduce a la nada, la carretera muerta, lo gris, un punto negro, una piedra, una momia, harapienta.

"La carretera muerta, totalmente muerta, está ahí, desenterrada, gris. La mujer se veía, primero, como un punto negro, después, como una piedra que hubieran dejado sobre la momia larga. Estaba allí tirada sin que la brisa le moviera los harapos."

La razón por la cual este hombre, golpea a su mujer es porque la mujer no vendió la leche de cabra, como él se lo mandara; al volver de las lomas, cuatro días después, no halló el dinero. Ella le contó y prefirió no tener unas monedas y que la criatura no sufriera hambre por tanto tiempo. El hombre no entendió razones y cuando la arrastra a la carretera, Quico, se acerca y el hombre quiere continuar golpeando a la mujer, éste interviene, y mientras ambos hombres pelean, el niño grita agarrado a la falda de la madre. Cuando Quico ya está asfixiando a Chepe, la mujer sintió una energía, tomó una piedra y golpeó al hombre para que no matara a Chepe. Sin embargo, ella murió. El cuento tiene un cierre de serpiente que busca su cola, pues concluye tal y como inicia.

Este cuento es el cuadro de la visión machista cultural sobre el dominio del hombre sobre la mujer, para el cual ella es sólo un objeto. Toda una sociedad cómplice del asesinato de una mujer a manos de un hombre abusador y maltratante. En este cuento, la mujer, no tiene un nombre. Sabemos que este puede ser el caso de cualquier mujer. En el maltrato a la mujer, víctimas y victimarios se transmiten mutuamente formatos de socialización que repercuten en todos los ámbitos de su vida. La mujer antes de morir, salva a su victimario. La mujer es sumisa, sacrificada, el hombre es la autoridad de la casa y prácticamente merece ser golpeada y justifica al hombre, él la puede matar, pero él no puede morir.

Los rasgos principales del movimiento neorrealista en Hispanoamérica fueron: el espacio geográfico es la periferia, esto se refiere a que ya no se trata de un ámbito puramente natural, si no que lo urbano y la periferia social comienzan a cobrar importancia fundamental en la literatura como por ejemplo: barrios marginales, pensiones miserables, etc. Plantea temas sobre: la agresividad, angustia, soledad, y problemas sociales en una sociedad urbana.

Este marco neorrealista sirve de escenario al cuento: "Delicatessen" de Miguel Alfonseca. Este cuento es narrado a través de un narrador homodiegético femenino, cuya protagonista es nombrada Violeta. La misma narra cómo desde adolescente era atraída por el sexo opuesto y nos lo explica utilizando la prosopopeya del viento. Esa brisa que la acaricia, la toca, la posee y que ella refleja en el erotismo mismo de la pasión humana. Este cuento se desarrolla dentro del espacio urbano, influenciado por la intervención americana, donde Míster Feldstein ha instalado un letrero con el nombre: Delicatessen.

Violeta señala que cada vez hay mas tiendas con nombres en inglés. Esa era una tienda donde vendían variadas clases de quesos y carnes delicadas. El nombre quería decir: delicadezas. La joven adolescente resiente que muchas mujeres comentaban que ella terminaría mal, pues se manifiesta con un coqueteo felino, mayormente provocador. Con el tiempo, los padres de Violeta mueren y su hermano se fue a Nueva York, desde le enviaba una pensión. Ella se dedica a la prostitución y es rechazada socialmente. Hasta que un día llega a la ciudad un muchacho llamado Frank, con el cual formó una relación de pareja. Violeta era feliz, él la exhibía, no se avergonzaba de ella. Llegó a pensar que tal vez podría la relación formalizarse. Demasiado pronto, sufrió la decepción de saber que Frank, ahora era la pareja de la hija de la tienda Delicatessen. Sintió que él se había vendido por dinero, se casaría con la hija y la tienda, pero no por amor. Violeta decidió entrar a la tienda más coqueta que nunca y aunque Frank se pusiera nervioso y esquivo, ella iría y se sentaría entre sus piernas.

La visión de la mujer que nos presenta Alfonseca, es la de esa mujer que es estereotipada y marginada por ser prostituta. La misma prostitución producto de una sociedad enferma de seres que pretenden devorarse unos a otros. En este cuento no hay héroes, ni siquiera Frank, que sucumbió al poder de la ambición. Las mujeres que acusaban a Violeta, a las que ella nombraba las missis y no hacían nada por remediar la situación. El hombre que la cosifica para su placer y la abandona y ella que termina autoconceptuándose de la siguiente manera:

"Las muchachas me odiaban, sentía asco de mí, y ellos cuidaban las apariencias, porque tarde o temprano se casarían con ellas. Yo no era más que su entretenimiento."

Observamos la concepción de la mujer social que debe reprimirse ante sus deseos, sin embargo, ese hombre que busca a la mujer para hacerla objeto de su placer, no sufre el rechazo o repudio que sufre ella. La mujer se margina por su vestimenta. Violeta usaba sus llamados shorts y la sociedad lo entendía como una desvergüenza, cosa que no se le critica al hombre. Delicatessen, es la paradoja de una sociedad que lejos de poseer delicadezas, sufre de los prejuicios y ambiciones más grotescas. La marginalidad de la mujer y la insolente codicia.

El escritor René Rodríguez Soriano pertenece a la época contemporánea. Posee una visión distinta a las presentadas anteriormente. Es el escritor moderno que pinta el cuadro de una mujer independiente, segura de sí misma, imponente, la que podemos apreciar en el cuento: "Una muchacha llamada Josefina". Aquí el laureado escritor nos realiza la descripción de una mujer tan enriquecida por sus grandes virtudes, que todos quisieran tocarla: niños, mujeres, hombres… Su presencia majestuosa no admite envidias, sino el deseo de la contemplación misma. Es talentosa, toca el piano, el violín, es bailarina. Entró en la oficina del narrador homodiegético y se llevó todos los bolígrafos, borradores, un cartabón, todo el papel cuadriculado, según le contó su secretaria, y hasta derramó una tinta. Y todos lo único que podían hablar era de su salvaje aroma. El narrador critica a los simples, a los conformistas que nunca extrañan nada, mientras que él ha podido ver la huella de su delicado pie al borde de una gota de agua. Nos comenta el narrador que todas las mujeres quisieran ser ella. La quisieran tener todos los banqueros, pintores, directores… en fin hombres de todos los oficios y de todas las estratas sociales. Sencillamente es una mujer deslumbrante, que es capaz de quitarle el sueño a todos. El narrador crea hipérboles alrededor de ella y nos dice:

"Esa muchacha alta (¡la de las piernas de Marlene!) Ha trastocado todo: el clima, La Vía Láctea, el tiempo y el espacio, las oficinas y las fábricas, las calles y los parques, las artes y las ciencias."

El ingenioso escritor ha pintado el cuadro de una mujer que es la antítesis de la sumisión, de lo endeble y de aquello que se cosifica, esta mujer se yergue ante la vida, en plena confianza de sí misma, espontánea y natural, tanto es así que el cuento concluye cuando el narrador intrigado por esta enigmática mujer solicita que si alguien la ha visto, le avise enseguida, pues sólo sabe que se llama Josefina.
[luany?2009@yahoo.com ]

Los hijos de Poe


Sus relatos son artefactos lógicos, de precisión clínica, y en ellos cada acontecimiento y cada detalle se encaminan a producir un efecto único y traumático

Por Fernando Savater | © BABELIA

De pocos autores puede decirse que hayan dado origen a un nuevo género literario, pero a Edgar Allan Poe se le atribuye a justo título la paternidad de dos: el cuento fantástico moderno y la narración detectivesca. Dejemos en esta ocasión a un lado a Dupin y su progenie de sabuesos. Poe introduce en literatura el virus hasta hoy felizmente incurable de una nueva forma de lo macabro y lo espeluznante, elementos ancestrales de los relatos desde que los primeros humanos se sentaron a escucharlos en torno al fuego recién inventado, mientras en la negrura circundante acechaban los tigres de dientes de sable y barritaban los mamuts. Sin duda el autor norteamericano toma algunos ingredientes para su pócima -la comicidad grotesca, los personajes caricaturescos y las visiones opiáceas- del inevitable E. T. A. Hoffmann, pero su receta es absolutamente personal. Para empezar, descarta las concesiones a la superstición, a la leyenda milagrosa y a los demonios de sacristía. Su pánico no viene de fuera sino que nace en el interior descreído del hombre moderno. Como bien aclara en el prefacio de sus Cuentos de lo grotesco y arabesco con orgullo de precursor: "Si el terror ha sido el tema de buena parte de mis obras, este terror no proviene de Alemania sino de mi alma".

En sus narraciones lo sobrenatural siempre es la prolongación de lo natural por otros medios: lo que desafía a las leyes de la naturaleza es la subjetividad que las interpreta y quisiera transgredirlas hasta sacudirse su yugo fatal. En la mayor parte de los casos los cuentos están narrados en primera persona para que el lector tenga menos escapatoria cuando llegue lo irremediable. Sus protagonistas llevan dentro de sí una grieta precursora del inminente desastre, como la fachada de la casa Usher. Por esa grieta penetran -o salen- los espectros encarnados del pavor. Pero no hay en dichos relatos concesiones a la vaguedad ni la incoherencia de corte romántico: son artefactos lógicos, de precisión clínica, en los que cada acontecimiento y cada detalle ambiental se encaminan a producir un efecto único y traumático. Por eso resultan inolvidables y hasta quienes menos aprecian sus recursos truculentos no pueden ya librarse nunca de lo que les sucedió al encontrarse por vez primera con el corazón delator o cuando conocieron al señor Valdemar.

Es difícil comprimir en pocas líneas la nómina de seguidores que tiene Poe, tanto entre los escritores como primordialmente entre los lectores, aunque naturalmente sólo puedo referirme con nombres y apellidos a aquellos. Los primeros estuvieron, por supuesto, en su propio país, como su contemporáneo de origen irlandés Fitz James O'Brien (su impresionante cuento ¿Qué era aquello? prefigura El Horla de Maupassant y las pesadillas de Lovecraft, ambos también discípulos del bostoniano) o Ambrose Bierce, el mejor de todos por su humor macabro y el trato familiar con fantasmas, que sólo igualará M. R. James. Después Baudelaire lo importa a Europa y así impregna a los mejores de cada país: Villiers de l'Isle-Adam, Gustavo Adolfo Bécquer (algunas de sus Leyendas cuentan entre lo más exquisito del género), Sheridan Le Fanu o el mismísimo Charles Dickens. Quizá el mejor heredero de Poe sea R. L. Stevenson, no sólo en la obra maestra Jeckyll y Hyde sino también en Olalla o Markheim. Después, Arthur Machen, El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde y la lista inacabable de los contemporáneos: Borges, que sigue la línea lógica y cosmológica menos frecuentada, Robert E. Howard (Palomos del infierno, La sombra de la bestia), Ray Bradbury, Julio Cortázar, Richard Matheson (¡aquella negra maravilla de tres páginas con que se dio a conocer, Nacido de hombre y mujer!), Robert Bloch, Jean Ray, Stephen King o buenos autores españoles como José María Latorre o Pilar Pedraza... Porque ¿quién de los que ayer o incluso hoy mismo de verdad cuentan no sigue la traza de Poe, es decir, su poe-ética?

Lamentamos que su vida fuese breve, como si supiésemos cuánto debe durar la vida de cada cual para realizarse plenamente. Y le compadecemos porque fue desdichado, atendiendo superficialmente a su neurosis, a su pobreza, a la pérdida temprana de su amada Virginia, a su alcoholismo... Demasiada presunción por parte de nosotros, los felices. ¿Desdichado? Nada sabemos del gozo sombrío de inaugurar esa alameda rigurosa y siniestra por la cual aún transitamos, con la jauría infernal en los talones. Quizá él nos espera, sonriente y verdoso, al otro lado. [fontanamoncada@yahoo.es]

martes, 27 de enero de 2009

El Fondo de los Hechos


A propósito del aniversario 196 del natalicio de Juan Pablo Duarte y Diez y el inicio del mes de la Patria


Por Santo Domingo Guzmán

En el día de ayer se cumplió un año más del natalicio del ilustre patriota Juan Pablo Duarte y Diez, iniciándose con dicha fecha el mes de la Patria, que finaliza con la fecha de nuestra Independencia Nacional.

Es una fecha que encuentra nuestra sociedad bajo un profundo y putrefacto estado de deterioro de los verdaderos valores y donde prima el clientelismo, la búsqueda de prebendas personales, los anti-valores, así como un alocado rumbo donde no importa como sea y caiga quien caiga, lo importante es el enriquecimiento personal.

Es una fecha donde cada dominicano y dominicana debiéramos detenernos a pensar y sobre todo hacernos varias preguntas, entre las cuales yo sugiero algunas para la reflexión:

¿Por qué tanta delincuencia? ¿Por qué tanta corrupción tanto en las instituciones públicas como privadas? ¿Por qué tanta traición hacia nuestros semejantes y tanta violencia? ¿Por qué tanto desaliento en nuestra juventud, así como en la sociedad en pleno? ¿Por qué tantos vicios? ¿Por qué tanta injusticia?

Estas y otras preguntas que usted podría añadir, podrían ser el punto de partida para una reflexión profunda sobre nuestro estado actual, de cara a un futuro que de no cambiar, podría ser catastrófico para nuestra juventud.

Pienso que serían las preguntas que el patricio se haría si resucitara y se encontrara con el estado putrefacto en el que he citado y en el que pienso, se encuentra sumida nuestra sociedad.

Ésta no es la Patria con la que Duarte soñó cuando pensó en la fundación de una Nación libre y soberana que se llamara República Dominicana, con un pabellón tricolor, con una cruz blanca en el centro y un escudo de armas con el Libro Sagrado y con las palabras sacramentales: “Dios, Patria y Libertad”.

O, pensemos ¿que haríamos si nos tocara firmar el juramento de los Trinitarios?, plasmado por aquellos nueve próceres (Juan Isidro Pérez, Félix María Ruiz, Juan Nepomuceno Ravelo, Jacinto de la Concha, Benito González, José María Serra, Pedro Alejandrino Pina y Felipe Alfau) con Duarte y Diez a la cabeza, aquel 16 julio de 1838, cuando apenas contaba el máximo líder de la independencia con 25 años.

Y no pensemos que ellos eran extraterrestres y que nosotros no estamos a la altura de ellos, pues estos eran personas de carne y hueso como usted y como yo, solo con decisión, firmeza y templanza, lo que falta en estos tiempos.

Es necesario que cultivemos estos tres elementos que poseían esos nueve gigantes hace 196 años y que trajeron como resultado, nuestra emancipación como nación libre e independiente apenas cinco años y meses después, es decir, en 1844 y cuya fecha se celebra el próximo 27 de febrero.

Es necesario que emulemos el pensamiento de Duarte y de esos grandes hombres que hicieron posible nuestra independencia y dejemos de lado aquellos anti-valores que hoy se erigen como la panacea, siendo en realidad los que arrastran a nuestros jóvenes hacia una encrucijada o hacia un callejón sin salida.

Muchos se disfrazan hasta de guías espirituales y se levantan con proyectos dizque de ayuda a la sociedad y es a estos a quienes los gobiernos de turno colocan en puestos de autoridad, lo que le sirve de soporte para llevar a cabo sus actos macabros.

Elogio del cuento


Por Alberto Manguel | © BABELIA


No sabemos en qué momento el cuentista supo que lo que contaba sería un género literario. Lo cierto es que en algún momento de nuestra historia el cuento se diferenció del poema, de la novela y del ensayo, y emergió como un género literario distinto para que los profesores universitarios tuvieran de qué ocuparse.

Sin embargo, más allá de esas divisiones burocráticas, el lector intuye que el cuento no es novela, que una diferencia que puede medirse (pero no definirse) por el número de páginas, distingue uno del otro.

Borges alguna vez dijo que escribía cuentos porque la novela le parecía una exageración.

Detrás de la boutade se oculta una verdad literaria: la novela expande la narración, el cuento la concentra.

Los mini-relatos de Augusto Monterroso no pueden ser leídos como mini-novelas; el equivalente de esa parodia es, para la novela, la casi interminable Comedia humana de Balzac.

El cuento retiene en su nombre sus orígenes sin duda orales, calidad que preservan aún hoy los narradores orales de las plazas de mercado en Marruecos, Colombia, Gabón.

La escritura, que todo formaliza (quizás porque nace como un instrumento contable, para sumar o restar cabezas de ganado), empieza desde temprano a dar al cuento artificios y estrategias.

Refinándose en fábula, parábola, anécdota, historia humorística o moral, relato erótico, histórico, filosófico, de terror, el cuento adquiere, según su categoría, rasgos particulares que, si bien son reconocidos, los autores del género se empeñan en cambiar.

Así las historias de fantasmas ("viejas como el miedo", decía Adolfo Bioy Casares) al principio, en Mesopotamia y Egipto, debieron su eficacia a la mera aparición de un muerto; luego a un muerto transformado en otra cosa, un esqueleto en Roma, una sombra en la Italia de Boccaccio, un zorro en China; finalmente, con los grandes autores del siglo diecinueve el fantasma se reduce a una ausencia, a algo horriblemente real y sin embargo invisible.

Cambios similares pueden rastrearse en las otras categorías, nuevas maneras de contar a las cuales el lector rápidamente se acostumbra. Ya en el siglo dieciocho, los lectores de cuentos son tan diestros en el arte de seguir las maniobras del autor, que Diderot se ve obligado a destruir o renovar sus expectativas con un cuento que (imitando al futuro Magritte) titula Esto no es un cuento.

El cuento es quizás el más conservador de todos los géneros. Cambia el estilo, el tono, el impacto del final o del comienzo, la posición del narrador, la voluntad fantástica o documentalista, pero no, en términos generales, su forma.

Si bien pueden encontrarse ejemplos de cuentos que escapan cabalmente al modelo de narración tradicional (pienso en El joven intrépido en trapecio volante de William Saroyan y en alguno de Raymond Carver), la mayor parte de ellos sigue el consejo del Rey en Alicia en el País de las Maravillas, "Comienza en el comienzo y sigue hasta llegar al final; allí para".

Casi no existen cuentos de estructura tan libre como el Tristram Shandy de Lawrence Sterne o Cobra de Severo Sarduy. Y autores como James Joyce y Julio Cortázar, que tan brutalmente renovaron la novela, escribieron cuentos exquisitamente clásicos cuya originalidad se halla en la voz y la temática, o en la aproximación a esa temática, no en la forma misma del cuento.

Por absurdas razones comerciales, las editoriales han decretado que los cuentos no se venden. No se venden Poe, Kipling, O. Henry, Chéjov, Katherine Mansfield, Ernest Hemingway, John Cheever, Borges, Silvina Ocampo, Alice Munro, Mavis Gallant. Y sin embargo, más que nunca, los cuentos siguen escribiéndose y, no lo dudo, leyéndose. Tal vez porque, en su clásica, modesta precisión, nos permiten concebir la insoportable complejidad del mundo como una íntima y breve epifanía. -

[fontanamoncada@yahoo.es ]

Adrián Javier


¡Tocar a Dios!:

El Manantial Heurístico Intocado

en el Señor de Adrián Javier

en su Poema Onto-Erótico “Tocar Un Cuerpo”.



Por: Orlando Alcántara Fernández (Orly).

E-Mail: jc@resujesus.com

Sitio Web: http://www.orly1.com

Blog: http://www.resujesus.com

Adrián Javier: http://adrian.resujesus.com


¡Tocar a Dios! ¡Esa es nuestra misión! Adrián Javier toca el cuerpo de la amada al tocar el paisaje: cuerpo de la Naturaleza, cuerpo extasiado en la mirada. El velero surge como símbolo viril en la voz almática plasmada a puño y letra desde el manantial heuristico tocado por la pasión impertérrita de Adrián Javier, rodeado por sábanas en su imaginario poético que busca en la invención verbal un espacio de expresión para dar fe y testimonio de un amor voraz, armónico y sosegado. Nunca nos confiesa el nombre de la amada, pero aún así la imaginamos feliz en cada resquicio de los versos que emanan con fluidez del estro pormenorizante de Adrián Javier en su poema onto-erótico “Tocar Un Cuerpo”.

“Mi Señor” es el sintagma insustituible, epicentro invocatorio que dota a todo el poema con un nuevo sentido acendrado en lo inesperado. Ser y placer se conjugan entremezclados en cada fibra poemática que a fuego lento se desmadeja ante el espacio sideral, fulgor cósmico, hábitat de ángeles, signo vital de este poema onto-erótico que brota con sumo grado de naturalidad desde los resortes aédicos de un Adrián Javier desbordándose creativamente al tocar el manantial heurístico enraizado en su voz melódica en la voracidad de sus cadencias. Y así nos preguntamos sobre la identidad del “Señor” de Adrián Javier e intuimos al Dios bíblico verdadero a partir de la evidencia interna de todo el poema. Y en el Señor de Adrián Javier invocado al desgaire avizoramos a su vez el manantial heurístico intocado que en cualquier instante puede extasiarse en su estro como río turbulento buscando audazmente la salida más allá de las compuertas de la represa que hasta el momento contiene sus indómitas energías. Dios es sinérgico y nos hace partícipe de sus más memorables hazañas. Moisés ante el Mar Rojo. Pablo en el camino de Damasco. David impetuoso ante el gigante. Jonás expulsado por la ballena para que en Nínive la palabra divina sea fuente de vida.

Ahora nos toca la tarea de escudriñar los adentros del poema. Consta de 30 momentos. En el momento 1 queda plasmada toda la intención del poema en las claves sobre la circularidad (“círculo de la pasión”, “esfera del deseo”), la tensión entre Eros (pulsión de vida) y Thánatos (pulsión de muerte) (“mar”=infinito, muerte, lo desconocido; dormir=muerte; “cadáver”), el sentido espiritual en palabras como “viento” y “fuego”, el sutil erotismo evocador (“estallido”=orgasmo, “colinas”=senos, “vértigo” asociado al “vestido mejor”, “suave luna” con su posible decodificación como “senos”, “cúpula gótica” como órgano viril) y la preocupación por los espacios físicos como la morada, la casa, los puentes, los caminos y las avenidas en su función de cuerpos-habitáculos. Es preciso destacar la genialidad lexical asociativa de Adrián Javier en el uso de la palabra “cúpula” que remite oblicuamente en la lectura a la palabra “cópula”, dotando con un erotismo soterrado a su discurso poético excelentemente matizado. Todos estos elementos le conceden isotopía, cohesión y coherencia al conjunto de los 30 momentos en la articulación simbólica del poema. La violencia verbal de palabras como “vértigo”, “rabia”, “hecatombe”, “intemperie”, “cadáver”, “trampa”, “muerte”. La boca, o sea, el amor erótico, funciona como un pretexto para olvidarnos de la “inmutable fragilidad” (frase original de la artista plástica Iliana Ubiñas García). Nuestra mortalidad nos acusa con su presencia ubicua y el poeta sabe muy bien que el amor erótico produce una experiencia de muerte en el orgasmo y al mismo tiempo es fuerza vital que nos hace intuir la ausencia de tiempo futura en la Eternidad que está enclavada en el corazón humano según Eclesiastés 3:11 o como diría Amado Nervo: “El alma es un vaso que sólo se llena con eternidad”. Veamos el momento 1:



(1)



“lo primero es deslindar

los caminos de la casa



padecer el vértigo que produce

tu vestido mejor



dormirse pleno



sobre las largas avenidas

que conducen a tu desnudez



mirar la rabia de esas colinas

donde el placer halla morada



confesarse sorprendido

bajo esas líneas curvas



donde el mito del amor

inhala su cadáver



disfrutar la suave luna

pareja a la hecatombe



donde serpentea desde el hombre

la intemperie



la cúpula gótica



y el naciente ardor

del pozo de vidrio



círculo de la pasión

que pone a punto el estallido



esfera del deseo

y trampa de la espera



donde se conmueve el viento

y el ala que lo intuye



donde se estremece el fuego



aprendiz del tiempo

que tu boca doma



y los puentes que van desnudos

hacia el olvido



y el principio hermoso de la muerte

donde se demora el mar”



En el momento 2 el ritual del amor se inicia en éxtasis con la danza, los fulgores de la luz y el sonido vueltos relámpagos y truenos, y las palabras traducidas en rumores amánticos. La fiesta es banquete donde el amor intuye y se libera de las ataduras para celebrar la candencia vital que une los cuerpos.



(2)



“lo primero es danzar

absortos en el aire



y revivir el oro de los truenos



durmiendo sin saberlo

en el azul de las canciones



encubriendo a la palabra



que ciega que anhela

que cifra que murmura



en el cielo húmedo

y clandestino de la boca



donde la lengua es de oro



y hace reposar mañanas

como muchachas o sábanas



como corolas y relámpagos



en el dulce atavío

de incandescencias y rumores”




En el momento 3 la dimensión celestial protagoniza las sensaciones percibidas en la plenitud de ese abrazo y esa caricia que conmueven el alma cuando se experimenta la tensión entre el Eros y el Thánatos, entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte en la ruta pletórica del orgasmo. De este modo, Javier nos hace conscientes del poder ilusorio de los sentidos y de la presencia angelical que transporta todo el poema hacia una dimensión divina en la experiencia atávica del acto sublime de hacer el amor con la pareja amada.



(3)



“ilusión del espíritu que trasmuta

su casa de carne



por la secreta herida

de la ciudad sideral



acentos diminutos

que figuran a la noche



como abrevadero celeste



sobre el perfil rebelde

de un escorpión girando”



(…)



“destello del ángel

dormido y absoluto



sólo redimido

por la escritura de la pérdida”




(…)




“ayes de almas desnudas

que braman en gozos y terremotos



flor de espejos

tornado que la boca ronda”



En el momento 4 se concretiza el espacio poético en el cuerpo de la amada en sus disímiles vertientes entramáticas, en sus perfiles contradictorios entre vida y muerte, entre luz y sombra. El verbo “alondrar” surge de modo ingenioso y perspicaz como verbo significativo de valor metafórico inusitado. ¡He aquí el genio poético de Adrián Javier expresado con precisión urticante en un verbo hecho ave! El cuerpo toma principalía como espacio recóndito y abrevadero en el que el aeda bebe aguas deliciosas en la fuente que no cesa de mostrar sus múltiples corrientes enclavadas en un placer que vislumbra el dolor y el goce en ese paisaje de carne y hueso en que el poeta se refugia y se hace libre a partir de la entrega. Todo fluye transmutándose. Los sentidos atrapan imágenes surreales en la riqueza lexical de un rapsoda en pleno asombro ante la dócil presencia de la amada y la implacable certeza de que muchas veces la belleza es siniestra. Esta intuición guía en cierto modo todo el poema. En esa belleza se oculta muchas veces una misteriosa sensación ilusoria que es preciso desquebrajar para insertarse en la rotunda realidad de una certidumbre más plena. Aquí se niega la belleza y se reivindica lo verdadero en la ruptura máyica que sólo se produce búdicamente con el despertar del satori en pos del nirvana paradisíaco que nos conduce al supremo mahanirvana que sólo experimentaremos cuando se inicie el Cielo prometido en las páginas sagradas de las Saantas Escrituras: la Biblia. El aspecto ontológico de esta pieza poética se entiende a partir de la preocupación por la seidad del cuerpo en su contacto experiencial como sujeto-objeto erótico, fuente de placer.




(4)



“tu cuerpo en la brisa

alfombra o lila



blandiendo desnudo

el grave decorado de su imagen



tu cuerpo salido de la página

andando hacia la noche



volando hacia el azul dolido de su corazón



perdido en la esfera de las palabras

sin estrellas”



(…)



“tu cuerpo en multitud

al socaire del verbo y las canciones



conjura del solsticio

en la sobriedad del límite y la abulia



tu cuerpo dibujado al infinito

tu cuerpo echado a volar en el paisaje”



(…)



“tu cuerpo en juventud y ausencia



disfrazado de ángel

como el vellocino de la angustia



hecho de cera y arena

esculpido en el higo y en el trigo



vestido de fuga



cual herida transmutando asombros

cual fascinación instalada



en la rotura del vacío



en la memoria de la música

en el espacio del misterio



en el misterio de los ojos

en los ojos de la noche



en la noche grávida del tiempo

en el tiempo ajeno del rocío



en el rocío propio

rodando a plenitud



del pétalo que viaja que pena

que alondra que madruga



porque es fuego y es cansancio

como tu cuerpo



porque es fiesta y es temblor

como tu cuerpo



porque es huella y es caricia

como tu cuerpo”




(…)




“todo huele a canto y espanto

cuando tu cuerpo viaja



cuando tu cuerpo ama

reposa el mundo



y todo huele a blando sacrificio



porque tu cuerpo flotando

se vuelve llamarada



alfabeto celeste

mentidero de estrellas”



En el momento 5 se asoma la espiritualidad de este poema onto-erótico en ese aire que funciona como aliento o pneuma o ruahj o espíritu en la “piel menor” que insufla ese “cuerpo del caos” y ese “cuerpo del texto” que habita la noche con sus deseos a flor de piel, pues en la noche los sentidos eróticos despiertan y la pasión protagoniza el acto amántico en la pareja que se ha entregado al acto sublime de hacer el amor. Pero aquí, en este momento, el énfasis se centra en el misterio de la noche; de la noche que es muerte. Del caos que habita la noche con su “alma inasible”. Lo sonoro hace su presencia en “el impoluto zumbido” en que se advierte la pureza de los cuerpos amándose a plenitud bajo la mirada divina. Esto lo veremos con más detalle en el momento 24, epicentro de todo este poema onto-erótico, que en última instancia es un poema “espiritual”, no un simple poema erótico como se podría creer de modo superficial.



(5)



“el cuerpo del caos

en la morada de la noche



en el alma inasible de la noche

el cuerpo del texto



piel menor del aire

impoluto zumbido”


En el momento 6 acudimos a la presencia de la circularidad lograda de modo metapoético en forma de espejo mediante los sintagmas metafóricos “rocío del enigma” y “piel del enigma”. A nuestra mente asoman otras alternativas: “piel del rocío”, “rocío de la piel”, “enigma del rocío”, “enigma de la piel”. El sentido escogido por Javier enfatiza de modo anafórico el misterio del enigma que permea todo este poema onto-erótico.



(6)


“rocío del enigma

la piel”



(…)



“el rocío

piel del enigma”


En el momento 8 surgen los novedosos verbos “alondrar” y “bromurar” en otra escenificación de la circularidad que signa el poema como metáfora de eternidad, como mimesis de la ausencia de tiempo en que está sumergido esta pieza poemática. Los ángeles hacen su presencia cotidiana en las fibras de los versos amánticos en que las sábanas se intuyen blancas, pues el sentido espiritual de esta obra poética nos hace sentir que estamos ante el hallazgo de un amor erótico-espiritual en el que los cuerpos se entregan a plenitud en el acto amántico como si acaso fueran ellos mismos ángeles y no seres humanos.



(8)



“ángeles rodando

en el infinito de los cuerpos



y las sábanas



ángeles viajando

sin retorno



en el rodeo infinito de las sábanas

y el cuerpo



y que alondran rayos

y que braman truenos



y que bromuran”



En el momento 11 se percibe un instante orgásmico en ese relámpago ciego que atraviesa la noche de los amantes sumergidos en el ludismo pletórico de la entrega amorosa y apacible entre sábanas blancas girando alrededor de sí mismos como si el periplo erótico insuflara con nuevos bríos sus ansias nocturnas de hacer una y otra vez el amor.



(11)



“nada como la noche

girando



el relámpago ciego



que gira travieso

en la noche



soñando



nada como el tiempo

de la noche



girando

sobre el mundo”


En el momento 13 la palabra “mendrugo” brota sorpresivamente para elucubrar un sentido metafórico exógeno que nos deleita. Las sábanas toman el primer plano y es que las sábanas son un cuerpo espiritual o una piel espiritual que sirve para conformarse a los cuerpos extasiados de un modo vicario en la plenitud de sus delicias flotando y girando más allá de la jaula enclaustrante del espacio-tiempo en que los amantes consuman sus deseos amánticos. Ahora la metáfora es “la piel del estío” y en “la memoria el árbol” se puede intuir el árbol de la vida en el Edén perdido o acaso el mismo árbol de la vida en el Apocalipsis recuperado.



(13)



“nada como las sábanas tendidas



el olor perdido de las sábanas

flotando



nada como el calor de las sábanas al suelo



sobre la piel del estío

bajo la memoria el árbol



nada como un vuelo de sábanas cantando



cuando tu cuerpo se arrima

de madrugada y mendrugo”


En el momento 14 se vincula a la noche con el cuerpo utilizando de modo reiterativo el verbo girar. De nuevo aparece el motivo telúrico relacionado con el placer orgásmico al hacer acto de presencia el relámpago.



(14)



“nada como la noche

girando



el relámpago que juega

a noche traviesa



girando



nada como tu cuerpo

y la noche



girando atravesados

bajo el sueño”





En el momento 15 el viajero es sinónimo de amante del mismo modo que el paisaje es sinónimo de cuerpo al ser el velero el cuerpo del paisaje. El amante/viajero no conoce a plenitud el cuerpo/paisaje, pues todo es misterio que poco a poco se explora y se intuye. El amante explora el cuerpo de la amada y el viajero explora el paisaje desde el velero, símbolo viril en el poema. El paisaje cambia mientras el velero permanece en su esencia óntica.



(15)



“el viajero sabe nada

del paisaje



el paisaje boga

y el velero es



nada se mueve



cuando tu cuerpo

decide ser el mar



si la música del tiempo

es sombra de dos cuerpos



el cuerpo del velero

es el paisaje”


En el momento 16 el asombro de una mujer desnuda despierta los sentidos y entremezcla la percepción con lo inaudito de sus misterios.


(16)


“una mujer desnuda

es un mar sin sombras


que diluyendo azares

revela lo inaudito”


En el momento 17 acudimos a una puntualización más cercana a la esencia de este onto-erótico poema. Aquí aparece un dios que ya habíamos presentido como si fuera un ángel. La música también vuelve en estos versos en que el amante se siente viajero del misterio, del arcano entramático postulado por ese cuerpo mistérico. El sentido epistémico de las cosas aflora de modo esencial en este momento poético.


(17)


“la cama está temblando

como si fuera amor



(…)


“hay una melodía extranjera

que me empuja



que me dice te vas sin remedio

camino al nombre de las cosas



al encuentro de un dios sensual que te enajena

volviendo el tiempo de revés



fijando sin consuelo

mi rostro de iluso en la distancia”



En el momento 18 “la música del tiempo” ocupa el primer plano acaso diciéndonos que esa música que devora los temores es la música interior que da vida a este poema onto-erótico, siendo obsesión de su ritmo interior en la cadencia de su decir amántico en el devenir de los cuerpos amándose. Se nos recuerda otra vez que “el velero es el paisaje” para que no perdamos de vista la isotopía, la cohesión y la coherencia de todo el poema.



(18)


“nada se mueve

sin la música del tiempo



el temblor es el tiempo

de nuestra música interior



si acaso la música del tiempo

deviene cuerpos renunciando a sus temores



el velero es el paisaje”



En el momento 19 se descerrajan los sentidos del poeta en río abismal en que la palabra toma su principalía. El buen humor dota con una nueva dimensión al poema. Nos sonreímos cuando el poeta nos convida a una sonrisa. Su “andar sin brújulas” es fiel testigo de su periplo espiritual por su “insignia de fantasma”. La amada se perfila como duende y la música vuelve a invadir el poema. El sentido erótico de “airéalo agujeréalo averígualo jalonéalo / entállate tu esquicia de galope tuerto” y “anímate toma mi tallo / y hazlo florecer de espumas / entrona mi puma / y hazlo espumecer de flores y sudores” nos remite al sentido pleno del poetizar amorosamente cierto.



(19)


“ayer soñé que tu cuerpo

era el velero del paisaje



que yo envidiado por todos

y sonriente



lucía desnudo tu insignia

de fantasma



y jadeando y sudando

como un maldito



les decía a todos

adiós-adiós-odiositos



¡pequeños bribones míos!



con cara de gusto

y sabor a mundo destemplado



en la traviesa comisura

que la boca ronda



estoy pensando dormirme

en la mitad más blanda de tu seno



para que sueño y gozo se repitan



me gusta este andar sin brújulas

en la leve planicie de tu rojo



(…)



“música de la tibieza

gravedad del suspiro



jadeos sí y no y ahora

labios en murmullo



color cruel

sonata del derrumbe



alguien ha puesto su apodo

en tu orilla edulcorada



alguien a quien desconozco

por conocerte



me ahoga en el verso cuarto

y desaparece



alguien que anda por ahí

a deshora



con una sonrisa de puerta

en el amarillo



respiro hondo del perplejo



alguien que no eres

pero que se te parece



y mira y muere como tú

cuando abandonas



mira cómo se para el tiempo

y te recorre



mira míralo



lo viste el desencanto

de saberte ajena a su barbarie


(…)


“airéalo agujeréalo averígualo jalonéalo

entállate tu esquicia de galope tuerto



(…)



“sedienta de querellas e intemperies



anímate toma mi tallo

y hazlo florecer de espumas



entrona mi puma

y hazlo espumecer de flores y sudores



el mundo no existe

si acaso existe el trueno



y brizna el miedo



el universo no existe

si el festín de tu cuerpo es mi derrota



ay cuando cabalgas

el mundo deja de existir



y toda herida hablada

es cosa herida



y toda herida muda sabe a musgo

a helecho a espejo o a relámpago



a dormido lento en la inocencia cero

del desgaste



mírate al espejo



¿no ves que un niño se refleja lerdo

como el mar en tu mirada?



mírate en el agua



¿no ves cómo se mira el mar

en las manos del que espera?



te creo el duende impropio

de la demolición y la catástrofe



te creo el duende de la culpa

en la melodía de la memoria y su reyerta



te creo y no te creo



abdicando el enojo ante el coraje

de la desmemoria y su desidia



colmando de hinojos y podredumbre

la desfachatez del hombre abatido



que aparece vestido del molusco

que engulle su desolada identidad



mi yo pétreo y ausente



celentéreo que puebla el cataclismo

que lo inventa y recrimina”


En el momento 20 el aeda reflexiona sobre el deseo centrado en su cuerpo que despierta vertiginosamente la cadencia de sus sentidos en el acto amántico de poblar los días con su cuerpo aromático en la mirada plena.


(20)


“el cuerpo no es el deseo

el deseo es todo tu cuerpo



el fuego tu cuerpo



el deseo del cuerpo

sale de tu fuego



yo sobre tu cuerpo

andando en sueños



soy el deseo de tu incendio

caminante



el fuego del decir

que tu cuerpo añora



es la mirada”



En el momento 21 el poeta se vuelve pensar enunciativo ante la presencia almática de la amada. El sutil sentido metapoético en el “otro” y el “espejo” vuelve a sentirse en el poema.


(21)


“la mirada hace del fuego su camino


cuando opones el absurdo

de la infancia a la memoria



el cuerpo del otro

es la intemperie del olvido




(…)

“yo soy tu espejo roto

y tú eres mi fuego armado”




(…)



“el destino de tu cuerpo es mi deseo

el sueño es llama y reflejo del inconcluso



vacío humillado en el paisaje

piel de la tempestad



mirada que soñé desnuda”



En el momento 23 regresa el asombro cuando el rapsoda nos revela que “ella tiene un mundo / ente las piernas / y yo un incendio”. La pasión es intensa como ese mismo fulgor erótico que mantiene en vilo a los amantes entregados al desencuentro de sus cuerpos.



(23)


“ella tiene un mundo

ente las piernas



y yo un incendio



los dos de cómplices

la luna encinta



y en el ayer el rocío

prófugos”


En el momento 24 lo más significativo es el sintagma “mi señor” que está escrito en minúsculas, pero que sabemos es “mi Señor” en mayúsculas. En este momento se basa la idea de este ensayo crítico al decir que lo divino permanece intocado y es el manantial heurístico que Adrián Javier muy bien puede explotar en otro poema con mayor apertura espiritual, que muy bien se puede titular “¡Tocar a Dios!”



(24)



“a ella le pedí de noche

el universo



y me ofreció el mar

y sus estrellas



había mi señor



tanto rubor herido

en su profundo”


En el momento 25 es explicito el sentido erótico que dota de plenitud la voz del poeta extasiado.



(25)



“estábamos en la casa

solos y terribles



ella me dijo tómalo

y se abrió el cielo



entonces pude palpar

la inolvidable suavidad



de su primera estrella



y responder al maravilloso ardor

de sus preguntas”


En el momento 27 queda claro que existen muchos atisbos imposibles en que “la verdad es un delito”.


(27)



“imposible pensar

si estás desnuda



imposible la tristeza

imposible el desvarío



imposible fracasar

si estás cercana



imposible la noche

imposible el rocío



imposible los desiertos

imposible el sinsentido



imposible la música

imposible el mendigo



imposible el impostor

imposible el desprestigio



el mar no es firmamento

la verdad es un delito”



En el momento 30 todo concluye en la entrega amántica que perfilaba los sentidos y que dieron vida a todo este poema onto-erótico memorable en el estro de Adríán Javier.


(30)


“deja que te posea el día



y que la esfera del árbol encuentre sueño

y mansedumbre a tus espaldas



nadie sabe más que tu cuerpo

sobre la miel rozando heridas en la lengua



has de saber que en el interior

del poro cuento el aire



y que nos toca la sensación

de profundos y profanados fluidos



dibujados en la piel erizada que nos define

ya no somos una metáfora



amanecemos desnudos mirando el techo

sintiendo el desagüe de la desazón



que la madrugada viste como emblema

tras la escapatoria de los solos



no hay nadie más

nuestros cuerpos deponen las máscaras



y van al suelo a gozar



y a descifrar la gula

del mapa de sombras

perdido en la arena”

Adrián Javier es pleno. Su espiritualidad se conjuga con su erotismo en este poema onto-erótico que nos puede remitir a su manantial heurístico intocado en otro poema con el posible título de “¡Tocar a Dios!” Es un poema laureado con amplios méritos y que desde ya celebramos. La entrega fue total. Adrián Javier debe sentirse satisfecho al lograr el hallazgo poemático. ¡Albricias! ¡Enhorabuena! ¡Felicidades en Cristo Jesús a Adrián Javier, poeta! ¡Amén!


Fuente Citada


Javier, Adrián. (2008, julio). ‘Tocar un cuerpo’. Premio Internacional de Poesía Pedro Mir 2007. Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE). Colección Letras de Molde. Segunda edición, 89 páginas. Editora Búho. Santo Domingo, República Dominicana.