¡Tocar a Dios!:
El Manantial Heurístico Intocado
en el Señor de Adrián Javier
en su Poema Onto-Erótico “Tocar Un Cuerpo”.
Por: Orlando Alcántara Fernández (Orly).
E-Mail: jc@resujesus.com
Sitio Web: http://www.orly1.com
Blog: http://www.resujesus.com
Adrián Javier: http://adrian.resujesus.com
¡Tocar a Dios! ¡Esa es nuestra misión! Adrián Javier toca el cuerpo de la amada al tocar el paisaje: cuerpo de la Naturaleza, cuerpo extasiado en la mirada. El velero surge como símbolo viril en la voz almática plasmada a puño y letra desde el manantial heuristico tocado por la pasión impertérrita de Adrián Javier, rodeado por sábanas en su imaginario poético que busca en la invención verbal un espacio de expresión para dar fe y testimonio de un amor voraz, armónico y sosegado. Nunca nos confiesa el nombre de la amada, pero aún así la imaginamos feliz en cada resquicio de los versos que emanan con fluidez del estro pormenorizante de Adrián Javier en su poema onto-erótico “Tocar Un Cuerpo”.
“Mi Señor” es el sintagma insustituible, epicentro invocatorio que dota a todo el poema con un nuevo sentido acendrado en lo inesperado. Ser y placer se conjugan entremezclados en cada fibra poemática que a fuego lento se desmadeja ante el espacio sideral, fulgor cósmico, hábitat de ángeles, signo vital de este poema onto-erótico que brota con sumo grado de naturalidad desde los resortes aédicos de un Adrián Javier desbordándose creativamente al tocar el manantial heurístico enraizado en su voz melódica en la voracidad de sus cadencias. Y así nos preguntamos sobre la identidad del “Señor” de Adrián Javier e intuimos al Dios bíblico verdadero a partir de la evidencia interna de todo el poema. Y en el Señor de Adrián Javier invocado al desgaire avizoramos a su vez el manantial heurístico intocado que en cualquier instante puede extasiarse en su estro como río turbulento buscando audazmente la salida más allá de las compuertas de la represa que hasta el momento contiene sus indómitas energías. Dios es sinérgico y nos hace partícipe de sus más memorables hazañas. Moisés ante el Mar Rojo. Pablo en el camino de Damasco. David impetuoso ante el gigante. Jonás expulsado por la ballena para que en Nínive la palabra divina sea fuente de vida.
Ahora nos toca la tarea de escudriñar los adentros del poema. Consta de 30 momentos. En el momento 1 queda plasmada toda la intención del poema en las claves sobre la circularidad (“círculo de la pasión”, “esfera del deseo”), la tensión entre Eros (pulsión de vida) y Thánatos (pulsión de muerte) (“mar”=infinito, muerte, lo desconocido; dormir=muerte; “cadáver”), el sentido espiritual en palabras como “viento” y “fuego”, el sutil erotismo evocador (“estallido”=orgasmo, “colinas”=senos, “vértigo” asociado al “vestido mejor”, “suave luna” con su posible decodificación como “senos”, “cúpula gótica” como órgano viril) y la preocupación por los espacios físicos como la morada, la casa, los puentes, los caminos y las avenidas en su función de cuerpos-habitáculos. Es preciso destacar la genialidad lexical asociativa de Adrián Javier en el uso de la palabra “cúpula” que remite oblicuamente en la lectura a la palabra “cópula”, dotando con un erotismo soterrado a su discurso poético excelentemente matizado. Todos estos elementos le conceden isotopía, cohesión y coherencia al conjunto de los 30 momentos en la articulación simbólica del poema. La violencia verbal de palabras como “vértigo”, “rabia”, “hecatombe”, “intemperie”, “cadáver”, “trampa”, “muerte”. La boca, o sea, el amor erótico, funciona como un pretexto para olvidarnos de la “inmutable fragilidad” (frase original de la artista plástica Iliana Ubiñas García). Nuestra mortalidad nos acusa con su presencia ubicua y el poeta sabe muy bien que el amor erótico produce una experiencia de muerte en el orgasmo y al mismo tiempo es fuerza vital que nos hace intuir la ausencia de tiempo futura en la Eternidad que está enclavada en el corazón humano según Eclesiastés 3:11 o como diría Amado Nervo: “El alma es un vaso que sólo se llena con eternidad”. Veamos el momento 1:
(1)
“lo primero es deslindar
los caminos de la casa
padecer el vértigo que produce
tu vestido mejor
dormirse pleno
sobre las largas avenidas
que conducen a tu desnudez
mirar la rabia de esas colinas
donde el placer halla morada
confesarse sorprendido
bajo esas líneas curvas
donde el mito del amor
inhala su cadáver
disfrutar la suave luna
pareja a la hecatombe
donde serpentea desde el hombre
la intemperie
la cúpula gótica
y el naciente ardor
del pozo de vidrio
círculo de la pasión
que pone a punto el estallido
esfera del deseo
y trampa de la espera
donde se conmueve el viento
y el ala que lo intuye
donde se estremece el fuego
aprendiz del tiempo
que tu boca doma
y los puentes que van desnudos
hacia el olvido
y el principio hermoso de la muerte
donde se demora el mar”
En el momento 2 el ritual del amor se inicia en éxtasis con la danza, los fulgores de la luz y el sonido vueltos relámpagos y truenos, y las palabras traducidas en rumores amánticos. La fiesta es banquete donde el amor intuye y se libera de las ataduras para celebrar la candencia vital que une los cuerpos.
(2)
“lo primero es danzar
absortos en el aire
y revivir el oro de los truenos
durmiendo sin saberlo
en el azul de las canciones
encubriendo a la palabra
que ciega que anhela
que cifra que murmura
en el cielo húmedo
y clandestino de la boca
donde la lengua es de oro
y hace reposar mañanas
como muchachas o sábanas
como corolas y relámpagos
en el dulce atavío
de incandescencias y rumores”
En el momento 3 la dimensión celestial protagoniza las sensaciones percibidas en la plenitud de ese abrazo y esa caricia que conmueven el alma cuando se experimenta la tensión entre el Eros y el Thánatos, entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte en la ruta pletórica del orgasmo. De este modo, Javier nos hace conscientes del poder ilusorio de los sentidos y de la presencia angelical que transporta todo el poema hacia una dimensión divina en la experiencia atávica del acto sublime de hacer el amor con la pareja amada.
(3)
“ilusión del espíritu que trasmuta
su casa de carne
por la secreta herida
de la ciudad sideral
acentos diminutos
que figuran a la noche
como abrevadero celeste
sobre el perfil rebelde
de un escorpión girando”
(…)
“destello del ángel
dormido y absoluto
sólo redimido
por la escritura de la pérdida”
(…)
“ayes de almas desnudas
que braman en gozos y terremotos
flor de espejos
tornado que la boca ronda”
En el momento 4 se concretiza el espacio poético en el cuerpo de la amada en sus disímiles vertientes entramáticas, en sus perfiles contradictorios entre vida y muerte, entre luz y sombra. El verbo “alondrar” surge de modo ingenioso y perspicaz como verbo significativo de valor metafórico inusitado. ¡He aquí el genio poético de Adrián Javier expresado con precisión urticante en un verbo hecho ave! El cuerpo toma principalía como espacio recóndito y abrevadero en el que el aeda bebe aguas deliciosas en la fuente que no cesa de mostrar sus múltiples corrientes enclavadas en un placer que vislumbra el dolor y el goce en ese paisaje de carne y hueso en que el poeta se refugia y se hace libre a partir de la entrega. Todo fluye transmutándose. Los sentidos atrapan imágenes surreales en la riqueza lexical de un rapsoda en pleno asombro ante la dócil presencia de la amada y la implacable certeza de que muchas veces la belleza es siniestra. Esta intuición guía en cierto modo todo el poema. En esa belleza se oculta muchas veces una misteriosa sensación ilusoria que es preciso desquebrajar para insertarse en la rotunda realidad de una certidumbre más plena. Aquí se niega la belleza y se reivindica lo verdadero en la ruptura máyica que sólo se produce búdicamente con el despertar del satori en pos del nirvana paradisíaco que nos conduce al supremo mahanirvana que sólo experimentaremos cuando se inicie el Cielo prometido en las páginas sagradas de las Saantas Escrituras: la Biblia. El aspecto ontológico de esta pieza poética se entiende a partir de la preocupación por la seidad del cuerpo en su contacto experiencial como sujeto-objeto erótico, fuente de placer.
(4)
“tu cuerpo en la brisa
alfombra o lila
blandiendo desnudo
el grave decorado de su imagen
tu cuerpo salido de la página
andando hacia la noche
volando hacia el azul dolido de su corazón
perdido en la esfera de las palabras
sin estrellas”
(…)
“tu cuerpo en multitud
al socaire del verbo y las canciones
conjura del solsticio
en la sobriedad del límite y la abulia
tu cuerpo dibujado al infinito
tu cuerpo echado a volar en el paisaje”
(…)
“tu cuerpo en juventud y ausencia
disfrazado de ángel
como el vellocino de la angustia
hecho de cera y arena
esculpido en el higo y en el trigo
vestido de fuga
cual herida transmutando asombros
cual fascinación instalada
en la rotura del vacío
en la memoria de la música
en el espacio del misterio
en el misterio de los ojos
en los ojos de la noche
en la noche grávida del tiempo
en el tiempo ajeno del rocío
en el rocío propio
rodando a plenitud
del pétalo que viaja que pena
que alondra que madruga
porque es fuego y es cansancio
como tu cuerpo
porque es fiesta y es temblor
como tu cuerpo
porque es huella y es caricia
como tu cuerpo”
(…)
“todo huele a canto y espanto
cuando tu cuerpo viaja
cuando tu cuerpo ama
reposa el mundo
y todo huele a blando sacrificio
porque tu cuerpo flotando
se vuelve llamarada
alfabeto celeste
mentidero de estrellas”
En el momento 5 se asoma la espiritualidad de este poema onto-erótico en ese aire que funciona como aliento o pneuma o ruahj o espíritu en la “piel menor” que insufla ese “cuerpo del caos” y ese “cuerpo del texto” que habita la noche con sus deseos a flor de piel, pues en la noche los sentidos eróticos despiertan y la pasión protagoniza el acto amántico en la pareja que se ha entregado al acto sublime de hacer el amor. Pero aquí, en este momento, el énfasis se centra en el misterio de la noche; de la noche que es muerte. Del caos que habita la noche con su “alma inasible”. Lo sonoro hace su presencia en “el impoluto zumbido” en que se advierte la pureza de los cuerpos amándose a plenitud bajo la mirada divina. Esto lo veremos con más detalle en el momento 24, epicentro de todo este poema onto-erótico, que en última instancia es un poema “espiritual”, no un simple poema erótico como se podría creer de modo superficial.
(5)
“el cuerpo del caos
en la morada de la noche
en el alma inasible de la noche
el cuerpo del texto
piel menor del aire
impoluto zumbido”
En el momento 6 acudimos a la presencia de la circularidad lograda de modo metapoético en forma de espejo mediante los sintagmas metafóricos “rocío del enigma” y “piel del enigma”. A nuestra mente asoman otras alternativas: “piel del rocío”, “rocío de la piel”, “enigma del rocío”, “enigma de la piel”. El sentido escogido por Javier enfatiza de modo anafórico el misterio del enigma que permea todo este poema onto-erótico.
(6)
“rocío del enigma
la piel”
(…)
“el rocío
piel del enigma”
En el momento 8 surgen los novedosos verbos “alondrar” y “bromurar” en otra escenificación de la circularidad que signa el poema como metáfora de eternidad, como mimesis de la ausencia de tiempo en que está sumergido esta pieza poemática. Los ángeles hacen su presencia cotidiana en las fibras de los versos amánticos en que las sábanas se intuyen blancas, pues el sentido espiritual de esta obra poética nos hace sentir que estamos ante el hallazgo de un amor erótico-espiritual en el que los cuerpos se entregan a plenitud en el acto amántico como si acaso fueran ellos mismos ángeles y no seres humanos.
(8)
“ángeles rodando
en el infinito de los cuerpos
y las sábanas
ángeles viajando
sin retorno
en el rodeo infinito de las sábanas
y el cuerpo
y que alondran rayos
y que braman truenos
y que bromuran”
En el momento 11 se percibe un instante orgásmico en ese relámpago ciego que atraviesa la noche de los amantes sumergidos en el ludismo pletórico de la entrega amorosa y apacible entre sábanas blancas girando alrededor de sí mismos como si el periplo erótico insuflara con nuevos bríos sus ansias nocturnas de hacer una y otra vez el amor.
(11)
“nada como la noche
girando
el relámpago ciego
que gira travieso
en la noche
soñando
nada como el tiempo
de la noche
girando
sobre el mundo”
En el momento 13 la palabra “mendrugo” brota sorpresivamente para elucubrar un sentido metafórico exógeno que nos deleita. Las sábanas toman el primer plano y es que las sábanas son un cuerpo espiritual o una piel espiritual que sirve para conformarse a los cuerpos extasiados de un modo vicario en la plenitud de sus delicias flotando y girando más allá de la jaula enclaustrante del espacio-tiempo en que los amantes consuman sus deseos amánticos. Ahora la metáfora es “la piel del estío” y en “la memoria el árbol” se puede intuir el árbol de la vida en el Edén perdido o acaso el mismo árbol de la vida en el Apocalipsis recuperado.
(13)
“nada como las sábanas tendidas
el olor perdido de las sábanas
flotando
nada como el calor de las sábanas al suelo
sobre la piel del estío
bajo la memoria el árbol
nada como un vuelo de sábanas cantando
cuando tu cuerpo se arrima
de madrugada y mendrugo”
En el momento 14 se vincula a la noche con el cuerpo utilizando de modo reiterativo el verbo girar. De nuevo aparece el motivo telúrico relacionado con el placer orgásmico al hacer acto de presencia el relámpago.
(14)
“nada como la noche
girando
el relámpago que juega
a noche traviesa
girando
nada como tu cuerpo
y la noche
girando atravesados
bajo el sueño”
En el momento 15 el viajero es sinónimo de amante del mismo modo que el paisaje es sinónimo de cuerpo al ser el velero el cuerpo del paisaje. El amante/viajero no conoce a plenitud el cuerpo/paisaje, pues todo es misterio que poco a poco se explora y se intuye. El amante explora el cuerpo de la amada y el viajero explora el paisaje desde el velero, símbolo viril en el poema. El paisaje cambia mientras el velero permanece en su esencia óntica.
(15)
“el viajero sabe nada
del paisaje
el paisaje boga
y el velero es
nada se mueve
cuando tu cuerpo
decide ser el mar
si la música del tiempo
es sombra de dos cuerpos
el cuerpo del velero
es el paisaje”
En el momento 16 el asombro de una mujer desnuda despierta los sentidos y entremezcla la percepción con lo inaudito de sus misterios.
(16)
“una mujer desnuda
es un mar sin sombras
que diluyendo azares
revela lo inaudito”
En el momento 17 acudimos a una puntualización más cercana a la esencia de este onto-erótico poema. Aquí aparece un dios que ya habíamos presentido como si fuera un ángel. La música también vuelve en estos versos en que el amante se siente viajero del misterio, del arcano entramático postulado por ese cuerpo mistérico. El sentido epistémico de las cosas aflora de modo esencial en este momento poético.
(17)
“la cama está temblando
como si fuera amor
(…)
“hay una melodía extranjera
que me empuja
que me dice te vas sin remedio
camino al nombre de las cosas
al encuentro de un dios sensual que te enajena
volviendo el tiempo de revés
fijando sin consuelo
mi rostro de iluso en la distancia”
En el momento 18 “la música del tiempo” ocupa el primer plano acaso diciéndonos que esa música que devora los temores es la música interior que da vida a este poema onto-erótico, siendo obsesión de su ritmo interior en la cadencia de su decir amántico en el devenir de los cuerpos amándose. Se nos recuerda otra vez que “el velero es el paisaje” para que no perdamos de vista la isotopía, la cohesión y la coherencia de todo el poema.
(18)
“nada se mueve
sin la música del tiempo
el temblor es el tiempo
de nuestra música interior
si acaso la música del tiempo
deviene cuerpos renunciando a sus temores
el velero es el paisaje”
En el momento 19 se descerrajan los sentidos del poeta en río abismal en que la palabra toma su principalía. El buen humor dota con una nueva dimensión al poema. Nos sonreímos cuando el poeta nos convida a una sonrisa. Su “andar sin brújulas” es fiel testigo de su periplo espiritual por su “insignia de fantasma”. La amada se perfila como duende y la música vuelve a invadir el poema. El sentido erótico de “airéalo agujeréalo averígualo jalonéalo / entállate tu esquicia de galope tuerto” y “anímate toma mi tallo / y hazlo florecer de espumas / entrona mi puma / y hazlo espumecer de flores y sudores” nos remite al sentido pleno del poetizar amorosamente cierto.
(19)
“ayer soñé que tu cuerpo
era el velero del paisaje
que yo envidiado por todos
y sonriente
lucía desnudo tu insignia
de fantasma
y jadeando y sudando
como un maldito
les decía a todos
adiós-adiós-odiositos
¡pequeños bribones míos!
con cara de gusto
y sabor a mundo destemplado
en la traviesa comisura
que la boca ronda
estoy pensando dormirme
en la mitad más blanda de tu seno
para que sueño y gozo se repitan
me gusta este andar sin brújulas
en la leve planicie de tu rojo
(…)
“música de la tibieza
gravedad del suspiro
jadeos sí y no y ahora
labios en murmullo
color cruel
sonata del derrumbe
alguien ha puesto su apodo
en tu orilla edulcorada
alguien a quien desconozco
por conocerte
me ahoga en el verso cuarto
y desaparece
alguien que anda por ahí
a deshora
con una sonrisa de puerta
en el amarillo
respiro hondo del perplejo
alguien que no eres
pero que se te parece
y mira y muere como tú
cuando abandonas
mira cómo se para el tiempo
y te recorre
mira míralo
lo viste el desencanto
de saberte ajena a su barbarie
(…)
“airéalo agujeréalo averígualo jalonéalo
entállate tu esquicia de galope tuerto
(…)
“sedienta de querellas e intemperies
anímate toma mi tallo
y hazlo florecer de espumas
entrona mi puma
y hazlo espumecer de flores y sudores
el mundo no existe
si acaso existe el trueno
y brizna el miedo
el universo no existe
si el festín de tu cuerpo es mi derrota
ay cuando cabalgas
el mundo deja de existir
y toda herida hablada
es cosa herida
y toda herida muda sabe a musgo
a helecho a espejo o a relámpago
a dormido lento en la inocencia cero
del desgaste
mírate al espejo
¿no ves que un niño se refleja lerdo
como el mar en tu mirada?
mírate en el agua
¿no ves cómo se mira el mar
en las manos del que espera?
te creo el duende impropio
de la demolición y la catástrofe
te creo el duende de la culpa
en la melodía de la memoria y su reyerta
te creo y no te creo
abdicando el enojo ante el coraje
de la desmemoria y su desidia
colmando de hinojos y podredumbre
la desfachatez del hombre abatido
que aparece vestido del molusco
que engulle su desolada identidad
mi yo pétreo y ausente
celentéreo que puebla el cataclismo
que lo inventa y recrimina”
En el momento 20 el aeda reflexiona sobre el deseo centrado en su cuerpo que despierta vertiginosamente la cadencia de sus sentidos en el acto amántico de poblar los días con su cuerpo aromático en la mirada plena.
(20)
“el cuerpo no es el deseo
el deseo es todo tu cuerpo
el fuego tu cuerpo
el deseo del cuerpo
sale de tu fuego
yo sobre tu cuerpo
andando en sueños
soy el deseo de tu incendio
caminante
el fuego del decir
que tu cuerpo añora
es la mirada”
En el momento 21 el poeta se vuelve pensar enunciativo ante la presencia almática de la amada. El sutil sentido metapoético en el “otro” y el “espejo” vuelve a sentirse en el poema.
(21)
“la mirada hace del fuego su camino
cuando opones el absurdo
de la infancia a la memoria
el cuerpo del otro
es la intemperie del olvido
(…)
“yo soy tu espejo roto
y tú eres mi fuego armado”
(…)
“el destino de tu cuerpo es mi deseo
el sueño es llama y reflejo del inconcluso
vacío humillado en el paisaje
piel de la tempestad
mirada que soñé desnuda”
En el momento 23 regresa el asombro cuando el rapsoda nos revela que “ella tiene un mundo / ente las piernas / y yo un incendio”. La pasión es intensa como ese mismo fulgor erótico que mantiene en vilo a los amantes entregados al desencuentro de sus cuerpos.
(23)
“ella tiene un mundo
ente las piernas
y yo un incendio
los dos de cómplices
la luna encinta
y en el ayer el rocío
prófugos”
En el momento 24 lo más significativo es el sintagma “mi señor” que está escrito en minúsculas, pero que sabemos es “mi Señor” en mayúsculas. En este momento se basa la idea de este ensayo crítico al decir que lo divino permanece intocado y es el manantial heurístico que Adrián Javier muy bien puede explotar en otro poema con mayor apertura espiritual, que muy bien se puede titular “¡Tocar a Dios!”
(24)
“a ella le pedí de noche
el universo
y me ofreció el mar
y sus estrellas
había mi señor
tanto rubor herido
en su profundo”
En el momento 25 es explicito el sentido erótico que dota de plenitud la voz del poeta extasiado.
(25)
“estábamos en la casa
solos y terribles
ella me dijo tómalo
y se abrió el cielo
entonces pude palpar
la inolvidable suavidad
de su primera estrella
y responder al maravilloso ardor
de sus preguntas”
En el momento 27 queda claro que existen muchos atisbos imposibles en que “la verdad es un delito”.
(27)
“imposible pensar
si estás desnuda
imposible la tristeza
imposible el desvarío
imposible fracasar
si estás cercana
imposible la noche
imposible el rocío
imposible los desiertos
imposible el sinsentido
imposible la música
imposible el mendigo
imposible el impostor
imposible el desprestigio
el mar no es firmamento
la verdad es un delito”
En el momento 30 todo concluye en la entrega amántica que perfilaba los sentidos y que dieron vida a todo este poema onto-erótico memorable en el estro de Adríán Javier.
(30)
“deja que te posea el día
y que la esfera del árbol encuentre sueño
y mansedumbre a tus espaldas
nadie sabe más que tu cuerpo
sobre la miel rozando heridas en la lengua
has de saber que en el interior
del poro cuento el aire
y que nos toca la sensación
de profundos y profanados fluidos
dibujados en la piel erizada que nos define
ya no somos una metáfora
amanecemos desnudos mirando el techo
sintiendo el desagüe de la desazón
que la madrugada viste como emblema
tras la escapatoria de los solos
no hay nadie más
nuestros cuerpos deponen las máscaras
y van al suelo a gozar
y a descifrar la gula
del mapa de sombras
perdido en la arena”
Adrián Javier es pleno. Su espiritualidad se conjuga con su erotismo en este poema onto-erótico que nos puede remitir a su manantial heurístico intocado en otro poema con el posible título de “¡Tocar a Dios!” Es un poema laureado con amplios méritos y que desde ya celebramos. La entrega fue total. Adrián Javier debe sentirse satisfecho al lograr el hallazgo poemático. ¡Albricias! ¡Enhorabuena! ¡Felicidades en Cristo Jesús a Adrián Javier, poeta! ¡Amén!
Fuente Citada
Javier, Adrián. (2008, julio). ‘Tocar un cuerpo’. Premio Internacional de Poesía Pedro Mir 2007. Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE). Colección Letras de Molde. Segunda edición, 89 páginas. Editora Búho. Santo Domingo, República Dominicana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Haga sus comentarios por favor.