La Maestría Cuentística de Blanca Kais Barinas
en “El Compromiso”
Conferencia:
XI Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2008
(Auditorio del Museo de Arte Moderno).
(Conferencia patrocinada por el Senador de San Cristóbal, Lic. Tommy A. Galán Grullón)
Por: Orlando Alcántara Fernández (Orly).
La maestría cuentística de la escritora y animadora cultural Blanca Kais Barinas, Directora de la Casa de Cultura de San Cristóbal, se aprecia notablemente en la esmerada y exquisita escritura milimétrica que sirve como signo de identidad para la puesta en escena de modo exacto, preciso y correcto de cada uno de sus cuentos al cumplir de manera rigurosa con las leyes de este cerrado género literario. Al mismo tiempo, presenciamos de principio a fin de esta colección narratológica la historia de un teicidio o, como le llamaría Mario Vargas Llosa, la historia de un “deicidio”, al titular su obra crítica sobre “Cien Años de Soledad” del prodigioso y magistral Gabriel García Márquez (Gabo). Una sola vez es mencionada la palabra “Dios” en todo el libro y la narradora suplanta a Dios al colocarse como un observador omnisapiente, omnisciente, que narra sus historias manteniendo la distancia entre sus personajes, quienes muchas veces son víctimas de un destino trágico, a veces espeluznante, atados al amor acuciante a la tierra en que viven y que les da sustento para vivir.
Al hablar de la tierra, es imperioso notar que el aliento telúrico en Blanca Kais Barinas es un signo entrañable al poetizar en prosa las bondades de los elementos telúricos que transmiten una atmósfera emocional en los personajes que han brotado del barro y hacia el polvo se dirigen. El sentido genésico está fuertemente enclavado en esa tierra pródiga y fértil y el sentido teleológico permanece incierto en unos seres que desconocen su destino, pero que de todos modos se acercan hacia lo insondable que se avizora en la muerte y acuden a ella con la gallardía propia de una certeza insoslayable en que debe existir un mundo mejor, pues no ven a la muerte con una mirada enfermiza, sino como un tránsito natural hacia otra dimensión que nunca acota la autora ni con el más mínimo vislumbre.
El sentimiento del deber enraizado en los valores éticos rurales es una segunda naturaleza que impulsa a matar por honor, que deviene en suicidio ante una infidelidad insufrible, que da aliento a conductas irrevocables. De su lado, la presencia de la infidelidad marital es también una segunda naturaleza que permea una parte significativa de las tramas de estos cuentos, dándole un sentido pasional inusitado por la facilidad en que ocurre el adulterio en un ambiente rural que muchas veces nos imaginamos apacible, lleno de armonía y sin discordias. Subyacente a esta realidad rural está la preocupación por el placer íntimamente ligado a lo inexorable de la muerte. Pues el adulterio está íntimamente vinculado a arriesgar la vida y la vida en un ambiente rural en que el honor se enarbola como un principio de principalía se puede perder en un abrir y cerrar de ojos.
No obstante, la maestría cuentística de Blanca Kais Barinas no se afianza en los argumentos de sus relatos, sino, por el contrario, en la materia prima que les da vida, es decir: su escritura. Barinas tiene pleno dominio del género cuento como lo demuestra su esmerada factura en cuentos que cumplen con las leyes de ser como una flecha que da con precisión en el centro de la diana (Horacio Quiroga), de atrapar la atención del lector de principio a fin con la máxima economía de recursos así como el tigre tiene la anatomía y la agilidad perfectas para capturar a la presa (Juan Bosch) y de crear un universo cerrado que cumpla con la perfección de la esfera (Julio Cortázar). Estas tres leyes del cuento las aplica consciente o inconscientemente la cuentista Blanca Kais Barinas en cada uno y todos sus cuentos de la colección “El Compromiso”. Y en estas cualidades es que reside su maestría cuentística. Porque en sus cuentos no hay divagaciones ni digresiones innecesarias. Todo está colocado en su lugar preciso. Todo cumple un objetivo premeditado. Todo encaja. Todo brilla. Todo refulge en perfecta armonía con el asunto central del cuento. Lo demás es accesorio, pues en sus cuentos encontramos la preocupación social por ser dueño de un pedazo de tierra, de conseguir una visa de un padre desconocido, de no revelar el nombre verdadero para protegerse de algún mal en el futuro, etc. Desde el punto de vista estético, literario, la maestría de Blanca Kais Barinas reside en su íntimo conocimiento del género y la materialización de ese conocimiento en historias memorables que nos apasionan porque discurren como si fueran fuentes fluviales de apacibles corrientes que nos dan solaz al espíritu a pesar de sus momentos desgarradores en que hace acto de presencia la muerte desgarradora.
La clave de esta maestría cuentística la podemos encontrar en la escritura milimétrica que signa la narración sin un ápice de desperdicio en que cada palabra, milímetro a milímetro va deshilvanando la trama para preparar al lector a un final sorpresivo o abierto que sirve como pretexto de todo lo narrado. Cada palabra está en su justo lugar y cada palabra es optimizada mediante el esplendor que arroja el relato en su totalidad armónica. Por todo esto, consideramos que el libro de cuentos “El Compromiso” es muy valioso para que estudiantes aprendan de primera mano qué significa el género “cuento” mediante una colección de cuentos que le hace un grandísimo honor a este difícil género literario. Pues cada cuento se articula como una inexorable maquinaria indetenible cuyo fin es narrar una historia inolvidable y trascendente no sólo por lo que plantea, sino, más bien, por la exquisita y refinada manera en que es narrada. Blanca Kais Barinas es una maestra del cuento sin lugar a dudas. Y esta afirmación la hacemos sin recurrir a ningún tipo de comparación generacional ni de género. Blanca Kais Barinas es una maestra del cuento a secas. Sin adjetivos que puedan adornar su condición de maestra del cuento. En cualquier país del mundo, en cualquier idioma conocido, Blanca Kais Barinas es una maestra del cuento. Y al decir “cuento” me refiero al relato literario de leyes cerradas como la verosimilitud, la precisión lingüística, la unidad argumental, la economía de recursos, etc. Es decir, estamos ante la presencia de una maestra del cuento atemporal, que desborda cualquier encasillamiento innecesario y baladí. A continuación he recopilado algunas citas memorables de su libro de cuentos “El Compromiso” y luego reproduzco un ensayo sobre su cuentística que a la vez nos remite a otro ensayo sobre el cuento que da origen al título de esta colección de cuentos. Veamos.
Lluvia Oquendo
Con un escalofrío que le recorrió la espalda, se supo condenada. Se sumergió en el terror y se vio habitando el miedo cada noche, esperando la estocada mortal que hiciera eterno su silencio.
Si Esta Tierra Fuera Mía...
Sentía al inmenso pedazo de oscura tierra lleno de vida, palpitante, como queriendo reventar. La caricia del sol y de la lluvia habían preñado de plenitud ese vientre fértil.
José pensaba que no comprendían a la tierra; para él no era algo que ensucia o para explotar y sacar dinero sin pensar en nada más. Había que cuidarla, quererla, y cuando la semilla prometedora estuviera en sus entrañas, había que venerarla como a una mujer de quien se espera un hijo.
La Puerta Grande
-Los hombres que madrugan demasiado dejan la cama caliente. ¡Devuélvase a buscar algo, carajo!
Abre la puerta de una patada, y de un salto queda plantado frente a su cama, con los ojos sin tamaño, viendo las carnes de su Matildona mostrándose plenamente sobre las sábanas cómplices.
El Compromiso
Los hombres cantaban con esa voz del hombre del campo, perentoria, llena de urgencias y reclamos, voz que pretende despertar a la tierra para que dé sus frutos.
Y se fue por el camino, delante del alcalde y sus hombres, sabía Dios hasta cuándo.
El Regreso
Entre la oscuridad y el lodo del camino, José vuelve a su casa en una noche de lucha con la lluvia y el viento. Ya el temporal desató su furia y ha quedado una llovizna fría que le hace tiritar.
El Nombre Verdadero
Los días siguieron uno tras otro encaramándose en su vida, con las voces de los peones en los corrales y su propia voz cansada en el atardecer.
La Visa de la Abuela
Entré en la casa con mi nueva vida sobre mi cuerpo. Me dirigí, sin prisa, al cuarto que compartía con mi abuela, y suavemente me dejé caer sobre mi cama. Entonces –entregada a una paz desconocida- dormí sin límites, como si estuviera en la Eternidad.
La Venganza
Sólo había detenido su trabajo para preparar los alimentos y ordenar la casa siempre sumida en un espacio de silencio.
Las Sillas
Cada recién llegado iba al fondo del patio a buscar una silla, hasta que un reguero de ellas estaba en todas partes, en el bohío, en la enramada, y hasta en el borde del camino, el que no se sabía si llegaba o se iba.
La Última Palabra
Los días, con su bagaje de pesadumbre, fueron pasando con lentitud, y de todo lo vivido, de todo el largo tiempo recorrido, sólo había quedado, devastador, el sonido de esa palabra, la que agredió su mundo, la última palabra que dijeron sus labios moribundos.
Terminan las citas.
Un día feliz, cuya fecha no acierto a recordar, me puse a escribir críticamente sobre un cuento premiado en Casa de Teatro de la gestora cultural y escritora Blanca Kais Barinas, dama sancristobalense de insigne prestigio bien merecido, y al desgaire surgieron las siguientes líneas críticas, con todo y título.
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