jueves, 8 de octubre de 2009

Flagrante


Por Leo Castillo | © mediaIsla

¡Bravo! Este artículo acerca del arte de novelar, libro de James Good, aborda un asunto de una flagrante actualidad. ¿No es A sangre fría una novela realista?: ciento por ciento. La incapacidad en el género no la podrá disimular la tendencia: se es talentoso, o no se lo es. Rulfo cuenta una historia (Pedro Páramo) que debemos rotular de fantástica; pero igual de geniales son Diles que no me maten, Luvina, o Nos han dado la tierra (cuentos que figuran en El llano en llamas), decididamente de corte realista.

Entonces deviene una ligereza, si no craso desconocimiento del arte literario y su tradición, esto de descartar hoy ni nunca el recurso realista para la creación de brillantes piezas en la narrativa de siempre. García Márquez, "contaminado" de su momento, arrancó con piezas fantástica, no ciertamente las mejores que le debemos, de inflexión surrealista: Eva está dentro de su gato, La otra costilla de la muerte, La tercera resignación y otras nada memorables por igual, recogidas en su primer volumen de narraciones breves, están acompañadas por esa brillante y hasta precoz excepción, decididamente de corte realista, que constituye En este pueblo no hay ladrones.

Pero vendrían otros libros. Acaso por la línea del aludido Capote, su Relato de un náufrago; Crónica de una muerte anunciada, o ese su impagable El coronel no tiene quien le escriba, etc.

Ahora bien, en Ojos de perro azul, degústese su fantástico Un señor muy viejo con unas alas enormes.. Lo que viene a confirmar el aserto ejemplificado con Rulfo: se tiene talento, fortuna al acometer uno u otro género, o no se es diestro de ninguna manera; mas no califica echar la culpa de la ineptitud, la ineficacia, a tal o cual recurso.

¿Y las Novelas ejemplares, de Cervantes?;¿y La Celestina?, ¿y el sabrosos Lazarillo de Tormes?: realismo, señores, del mejor linaje. No creo necesario abundar en ejemplos, recordar al Hawthorne de La letra escarlata, o al Mauppassant de Vendetta, el Hemingway de Adiós a las armas, todo Henry Miller. Lo mismo respecto de los relatos de Saul Bellow, como de su par (¿debo décir epígono?) Philip Roth, de quien sólo he padecido El lamento de Portnoy, en nuestros día ya virtualmente insufrible.., todos éstos seguidos de un interminable etc.

¿Dijo alguien que el realismo no es sino una decimonónica invención de unos tíos franceses y rusos?

Buena por Mr. Wood. Que tiene madera, se nota en la notable nota que anoto. [Leo Castillo (Costa Caribe colombiana, 1961) autor de De la acera y sus aceros, 2007]

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