NICOLÁS ACEVEDO SÁNCHEZEl asombro espectacular de las actuales autoridades municipales alcanza niveles cardíacos. Cada semana una deuda o un embargo nuevo corren entre los pasillos de la alcaldía y sus cuentas bancarias. Es como una película de suspenso o un drama romántico: cada escena nos asalta y los nervios se enervan.
Con la desgracia de que los autores de los crímenes son gentes del mismo partido: se trata de salvar la situación para no perjudicar a los compañeros delincuentes. Sin embargo, la camisa de fuerza del partido habrá de ser sepultada por el alcalde para cumplir con sus planes y proyectos. Porque la alcaldía no es una parcela ni una pulpería de la asociación de malhechores que durante doce años desgarraron las arcas municipales.
La imaginación de Cambita no logra entender cómo esas gentes pudieron acumular tantos crímenes sin que las entidades fiscalizadoras públicas intervinieran. Dónde estaba la maldita Cámara de Cuentas, dónde la gusanería de Amable Aristy, dónde la inoperante Contraloría General de la República, dónde, dónde, dónde “los honorables regidores…”.
El espectáculo fraudulento llegó a fabricar nóminas clandestinas, contratos ficticios, presupuestos inexistentes, obras nunca ejecutadas y sobrevaluadas, actas de sesiones alteradas, falsificaciones de firma (el tesorero municipal alcanzó un doctorado en esta materia), viajes fantásticos y nombramientos imaginarios con sueldos altísimos.
Una especie de gatería de la peor clase forjó una estructura delincuencial capaz de hacer trizas todos los procedimientos de la administración municipal. En su inteligencia gansteril descubrieron la mejor forma de gastar los tres millones de pesos mensuales sin hacer nada, pero aparentando hacer algo. Ahí se hallan los papeles con todas las jugarretas y emboques.
Pero esos papeles con que aparentaron la transparencia de sus acciones desaparecieron del archivo municipal. De ahí que en los tres meses de transición el informe correspondiente para hacer el traspaso, hablo del 16 de agosto de 2010, no se hiciera ni nunca se hará. Ese tiempo se usó para desbaratar las evidencias de los mil fraudes cometidos.
La conciencia cambitera desconoce que nunca hubo un cabildo: levantaron varios, uno se llamaba MUNICIPIO GIGANTE, otro LUIS Y PACHÉN, otro más PACHÉN, y, el que nunca se respetó, se llama CAMBITA GARABITOS. La articulación y ficción de estos cabildos posibilitó la creación de muchas cuentas bancarias, de préstamos personales e institucionales, de informes para complacer a las instituciones fiscalizadoras y de la elaboración, la astucia del tesorero sobresale, de presupuestos alternativos para justificar erogaciones ilícitas.
Hogaño el alcalde, Cristino Lorenzo, y el consejo de regidores estudian diferentes fórmulas para deshacerse de los delitos cometidos por la asociación de malhechores. Insisto con este tipo penal y reproduzco en lo inmediato lo que señala el Código Penal Dominicano:
Artículo 265. “Toda asociación formada, cualquiera que sea su duración o el número de sus miembros, todo concierto establecido, con EL OBJETO DE PREPARAR O DE COMETER CRÍMENES CONTRA LAS PERSONAS O CONTRA LAS PROPIEDADES, constituye un crimen contra la paz pública”.
Artículo 266. “Se castigará con la pena de trabajos públicos, a cualquier persona que se haya afiliado a una sociedad formada o que haya participado en un concierto establecido con el objeto especificado en el artículo anterior”.
No se necesita mucha formación jurídica en el área penal para darnos cuenta de la existencia de esta tipificación penal en las acciones y hechos que se vienen descubriendo en la alcaldía de Cambita Garabitos. ¿Cuáles son esos hechos punibles dirigidos conscientemente para sustraer los fondos municipales?
a) Comprometer el crédito del ayuntamiento mediante la concertación de préstamos de dinero con personas físicas que no reúnen los requisitos legales para prestarle a una entidad pública. Son los llamados préstamos personales, capital que a título personal tomó el síndico y el tesorero anteriores, y que se pagaban con cheques del cabildo. Muchos de los embargos que se ejecutan se sustentan en esos cheques y en pagarés notariales firmados por los dos ex funcionarios municipales. Si se revisan los libros de ingresos, el capital tomado a crédito nunca entró a la alcaldía.
b) Convertir el ayuntamiento en una tienda de motocicletas. El negocio de las motocicletas registra varias versiones. Veamos algunas:
• La sala capitular autoriza la adquisición de 50 motocicletas para empleados del ayuntamiento, para pagarlos mediante la modalidad de descuentos directos a los sueldos de los adquirientes. La sindicatura se excede a este mandato de la sala y compra 500 motores, los reparte entre amigos y compañeros del partido (esto se hizo en la antesala de la campaña reeleccionista del entonces síndico Luis Soto), comprometiendo el crédito del cabildo. La documentación existente y firmada por las autoridades pasadas indica claramente que se compraron a crédito todas las motocicletas. El ayuntamiento cobraba el dinero de las cuotas mensuales e incautaba motores cuando había atraso. Era una verdadera tienda. Las importadoras nunca manejaron estas labores ni se preocuparon por los atrasos de los adquirientes, ese era un trabajo del cabildo convertido en agencia de motores. Jamás la DELTA y la NIPPONIA incautaron una motocicleta.
c) La sobrevaluación de contratos de obras y la presentación de obras ejecutadas que nadie conoce eran tareas ordinarias. Si se revisan los últimos cuatro presupuestos se advierte la presencia de las mismas obras y su ejecución administrativa, sin licitación, sin presupuestos.
d) La emisión de “cheques futuristas” a los prestamistas era una práctica cotidiana. Decenas de ellos andan por ahí, ahora en manos de abogados que alegremente traban embargos contra las cuentas de la alcaldía.
e) Un conocido prestamista local recibía los cheques de varias nóminas ficticias y los cambiaba sin el endoso correspondiente, con la confabulación del tesorero municipal.
f) Con el tema de los combustibles los fraudes son millonarios: se vendían conduces, se abastecían vehículos ajenos a la institución, se llenaban los tanques de los equipos amarillos para trabajos privados, en fin, todas las mañas posibles se aplicaban en el negocio de combustibles.
g) Descuentos hechos a funcionarios y empleados nombrados para el plan de retiro y jubilaciones de la Liga Municipal Dominicana, y no pagarlos a éste. Lo mismo pasaba con el plan de salud: se hacía el descuento para un seguro médico, pero el personal no disfrutaba de los beneficios del plan.
h) La existencia de una deuda millonaria con la Tesorería Social revela el grado de irresponsabilidad y chapucería de la gestión pretérita. No honraron ningún compromiso institucional.
En medios de todas esas diabluras la nueva alcaldía deberá pedir urgentemente la realización de una auditoría con una firma privada de contables, porque la Cámara de Cuenta es parte de la confabulación criminal y no posee el aval ni el interés para efectuar una auditoría fiable.
Una auditoría responsable realizada por una firma independiente, al margen de la politiquería, revelaría con lujos de detalles todas las barbaridades cometidas y denunciadas. Sólo así podrán descansar el alcalde y la alcaldía de los sobresaltos mensuales y el desasosiego de no contar con los recursos económicos para ejecutar las grandes obras municipales. Que así sea.
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