Por Santo Domingo Guzmán y
Daniela de la Cruz Gómez
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Willy e Ignacio muestran como los mozalbetes de un sector de Santiago violan la propiedad de Daniela de la Cruz Gómez para hacer desórdenes en la residencia, que en muchas ocasiones está sola por las responsabilidades de la productora en Santo Domingo.
La costumbre ciudadana que exhiben los pobladores, en especial de los de sectores populosos que conviven en grandes conglomerados, especialmente de Santo Domingo y Santiago, se va deteriorando con el correr de los años.
La muestra es lo que ocurre con propiedades privadas, como el caso de la casa de Daniela de la Cruz Gómez en un sector de la ciudad de Santiago, residencia que por el trabajo que desempeña la productora en la ciudad de Santo Domingo, está sola la mayor parte del tiempo.
La residencia de marras, su entorno vive permanentemente violado por los mozalbetes que viven en los alrededores, los cuales, sin ninguna contemplación penetran a su patio, roban las frutas de la de los frutales que posee en su jardín, entre otras barbaridades, con el apoyo aparente de los padres.
En otra urbanización, pero ahora de la ciudad de Santo Domingo, aparece la familia Galo-Balma, una pareja de extranjeros que vive en la zona oeste de la provincia de Santo Domingo, esta familia se vive quejando porque los vecinos que viven en los alrededores entran en sus dominios, donde ellos cultivan mangos, limones, entre otras frutas, las cuales son “raptadas”, por los mozalbetes, que es como señala la pareja, inicia la delincuencia en la juventud.
Aparentemente los valores se van perdiendo y ahora diferente a como ocurría cuando crecimos los de mi edad, si usted aparecía con un huevo que su padre o madre no sabían de donde procedía, entonces usted era sometido a un intenso interrogatorio, que concluía cuando sabían el origen de la mercancía y ¿hay del chico si ellos se enteraban que ese huevo era mal habido?
Hoy, cuando el niño aparece con algo que no se sabe como lo adquirió, los padres ni se dan por enterado, por lo que sostienen algunos, que los “hogares” de hoy son verdaderos talleres de delincuentes, lo que es una real pena para una sociedad cada día más maltrecha.
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