viernes, 25 de septiembre de 2009

Boris Vian: Creador de Vida


Por ANTONIO ORTEGA | © Babelia
Fuente: mediaIsla, Boletín 1143

No morir. Único deseo ante lo que queda por vivir antes que la muerte demande su derecho. Una pasión de vida. Así deben leerse estos poemas, o de otra forma, pero nunca como súplicas sentidas. No me gustaría palmarla es una sucesión de gritos, de llamadas de atención, el flujo interno que Boris Vian (1920-1959) filtraba entre las escarpaduras de sus escritos: "No quisiera morir / Sin dejar de probar / El sabor de la muerte". Frente a su abundante obra, la poesía de Vian es escasa, no más de doscientos poemas. Aun así, su lirismo busca manifestarse en sus novelas y en las innumerables canciones de las que fue autor. Pero la fuerza original de su escritura, a la que será fiel hasta el final, es poética. Su poesía, como la de Queneau o Prévert, juega con las formas, usa la broma y la farsa unidas a la emoción por mostrar la propia vida y lo macabro de la existencia, y sobre todo, ejemplo de un infinito poder verbal y de invención semántica. Poesía lúdica, pero poesía viva, capaz de crear una nueva realidad: "Tanto me importan los vivos / Que no me deja contento / Hacer rimas con el viento". De lo íntimo a lo cósmico, de lo cotidiano a la emoción punzante, en poemas a veces líricos, otras cáusticos, creando una poesía original, mezcla de humor e insolencia, sarcasmo y pasión, cinismo feroz y angustia desgarrada: "Pero una certidumbre subsiste: un día / Habrá otra cosa más que el día". Publicado póstumamente en 1962, esta primorosa edición, en celebración del cincuenta aniversario de su muerte, es un regalo que reúne 23 poemas, escritos entre 1951 y 1953, ahora actualizados por traductores de altura (desde Javier Krahe, Andy Chango o Santiago Auserón, hasta Fernando Savater, Jenaro Talens o Luis Alberto de Cuenca) capaces de renovar los enrevesados versos de Vian, tanto que parecen recién escritos, libres e irreverentes como siempre. A esta inigualable puesta al día de la imaginación se unen las poderosas ilustraciones que acompañan cada poema, firmadas en exclusiva por, entre otros, Martin Matje, Loustal, Lionel Koechlin, François Avril o Serge Clerc. Como dice uno de sus poemas, vivir es como una muela, "Y para que ya nunca duela, / hay que arrancarla. La vida". Aquí está el Vian más auténtico, en un más que humano y poético pasacalle. Un lujo. [fontanamoncada]

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