Por Gorka Andraka | © GaraFuente: mediaIsla, Boletín 1153Lo raro son estos días. Lo raro es este andar por casa con el miedo a cuestas, que el miedo sea libre, siga libre, con lo que calla, separa, mata. "Un corresponsal español en Rabat me llamó un día asustado porque habían hecho una pintada en su puerta", cuenta el escritor Juan Goytisolo, desde hace años exiliado en Marruecos. "Fui a verle y la frase, en árabe, decía: `Aicha, te quiero'. Esa era la amenaza". Toda una declaración de amor… y de guerra.
Ese joven pintor enamorado podría ser Kadero, pienso ahora, aunque él era argelino. Apenas llevaba mes y medio en Bilbao, recién llegado de su tierra, y ya se sentía una amenaza. Con sólo 19 años, entre desconocidos, otra lengua y cultura, sin papeles, sin antecedentes penales, desarmado… Kadero atemorizaba a la gente. Hace tres semanas, una patrulla de la policía lo confundió, como no, con un delincuente e intentó detenerlo. Kadero se lanzó a la ría para huir y murió ahogado. El miedo se lo llevó, el suyo, el nuestro. Otra víctima más de la Ley de Extranjería y de la criminalización que sufren las personas inmigradas.
"Un día los ojos se mirarán y no habrá juicios ni faltas", presagia el poeta sevillano José María Gómez Valero. "Cuando llegue ese día, / ese día no señalado, / ese día poco importante, / nada de lo que ocurra nos sorprenderá. / Lo raro son estos días. / Lo raro es este andar por casa / sin quitarnos el abrigo". Este miedo que crece cuanto más seguros contratamos, el pánico que provocan el vecino y el hermano.
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