viernes, 11 de diciembre de 2009

El Estado y la universalización del capitalismo


Por Nieves y Miro Fuenzalida | © mediaIsla

En los últimos 30 anos hemos visto al capital extender su dominio a sectores que por algún tiempo, durante los gobiernos de bienestar, se ubicaban fuera de su esfera. Hoy día, después de colonizar la educación, los servicios de salud y las pensiones, ha empezado la captura de las fuerzas armadas que tradicionalmente habían sido monopolio del Estado.

Blackwater, la mas secreta y poderosa compañía militar que surge en 1996 como una facilidad privada de entrenamiento militar, hoy se ha transformado en una de las fuerzas mercenarias más poderosas del mundo. Tiene 20 000 soldados listos para su movilización, una base militar privada que es la más grande del mundo y una flota de 20 aviones y helicópteros capaz de cambiar regimenes políticos a través del mundo. Opera con contratos estatales billonarios, se ubica mas allá de la ley y las regulaciones militares y sus ejecutivos son recibidos en Washington DC como héroes en la guerra en contra del terrorismo. La privatización de la Guerra de acuerdo a la lógica del capital.

Lo que la globalización tiene en común con algunas historias del capitalismo es el privilegiar un cierto determinismo tecnológico. Ahora son las tecnologías informáticas las que representan las condiciones necesarias y la causa de los procesos de globalización. Según esta narrativa la privatización masiva de las actividades humanas es el resultado de la globalización que, gracias a las leyes naturales del progreso tecnológico, representa el impulso que libera la economía de las trabas estatales. Lo que no logra explicar, sin embargo, es el poder residual del Estado que, a pesar de todos los pronósticos, persiste como una de las características más notables del actual orden mundial. Si el capitalismo transnacional es más efectivo que el viejo militarismo imperial en penetrar cada lugar del globo es porque ahora lo hace con el apoyo del capital local y el Estado que son los que establecen, en ultima instancia, las condiciones de estabilidad económica y disciplina laboral. El Estado nacional sobrevive y la riqueza regional y local sobreviven, solo que ahora esta existencia queda sujeta a los imperativos de la acumulación, la mercantilización y el aumento de la ganancia.

Los historiadores y sociólogos ahora tienen una mayor sensibilidad hacia los efectos de la sociedad mercantil, una mayor comprensión de la ruptura histórica masiva que trajo el advenimiento del capitalismo y de sus efectos inherentemente destructivos que desde el mismo comienzo necesito de la intervención estatal para preservar el tejido social. Es cierto que el Estado, comparado con sistemas económicos previos, en donde era el beneficiario primario de la plusvalía, ha logrado una cierta independencia y autonomía de la esfera económica y de la sociedad civil. Pero esto no significa que el Estado no tenga conexiones con el capital. Como la reciente crisis financiera lo muestra el capital necesita más que nunca de los mecanismos de control estatal para evitar la auto destrucción de la "sociedad de mercado". Decir hoy día que el capitalismo tiene un alcance global no es lo mismo que decir que el capital este globalizado, que la nación y el Estado tienen hoy un papel menos relevante o que estén en declinación.

La universalización del capitalismo, la imposición de sus imperativos en todos los aspectos de la vida social, en estos momentos no tiene límite. Ellen Meiksin Word dice que los que intentan negar la subordinación de lo social a lo económico ignoran la eficacia de los determinantes económico políticos. Todas las esferas humanas dependen necesariamente de las condiciones materiales en las que están insertas para su existencia.

Hasta el momento no hay un argumento convincente que muestre condiciones de existencia diferentes de las materiales y que posean el mismo grado de universalidad. La forma en que accedemos a los medios materiales de subsistencia y auto reproducción representa la línea de fondo que determina nuestro lugar en la sociedad. Podemos hablar de otras esferas e instituciones que se separan de la economía como la familia, la iglesia, la sociedad civil o el Estado que poseen su propia logica interna que podría indicar que la economía no tiene una posición privilegiada y que el capitalismo no es un sistema totalizante. La verdad es que estas esferas están realmente separadas de la economía. Pero separación no es sinónimo de autonomía. Todas ellas son susceptibles a la logica económica del capitalismo. La economía capitalista ha venido mostrando que su logica es prácticamente inmune a la influencia de las otras esferas y no a la inversa porque todas ellas se han hecho susceptibles a la logica de la mercantilización, la maximización de las ganancias y la acumulación de capital de una forma sin precedente en la historia humana. Gran parte de la actividad social se ha transferido del ambito político a la jerarquía económica y mientras más actividades se transfieren más necesita el capital del Estado obligándolo a seguir su propia logica económica, lo que hace difícil trazar una línea estructural entre un centro económico y una periferia política. La extensión de la esfera económica ha llegado a tal punto que sacrifica la democracia política en beneficio de la democracia del dinero. Tanto dinero tengo, tanta democracia puedo comprar .

Globalización, el fin de las regulaciones estatales y el estado de bienestar en beneficio de la movilidad del capital y la competencia en el mercado mundial, es producto de decisiones humanas y no el resultado de leyes naturales o históricas. Es una respuesta a cambios estructurales, una respuesta a la universalización del capitalismo para que los actores económicos puedan operar de acuerdo a la logica del capital, en la misma forma en que el viejo imperialismo desarrollaba regulaciones en interés del capital en el mundo no capitalista. Esto indica, en el fondo, que hay alternativas en la forma en que se puede responder a las mismas condiciones estructurales. Significa que la acción política no debe reducirse solo a intervenir en la economía política, sino que también debe proteger ciertos sectores de la vida material del dominio de la logica del capital. Como dice el historiador marxista Eric Hobsbawm el objetivo de una economía no es el beneficio económico, sino el bienestar de toda la población. El crecimiento económico no es un fin, sino un medio para lograr sociedades justas. No importa como llamemos a los regímenes que buscan esa finalidad. Importa únicamente cómo y con qué prioridades combinamos las potencialidades del sector público y del sector privado en nuestras economías mixtas. Esa es la prioridad política más importante del siglo XXI.

En estos momentos estamos viviendo los efectos reales del capitalismo como un sistema total, sin rivales efectivos y sin rutas de escape concretas. El capitalismo reina solo con sus propias contradicciones. Son muy pocos los recursos, fuera de sus mecanismos internos, para corregir o compensar sus efectos destructivos. En su etapa imperialista las rivalidades y contradicciones se desarrollaban en un terreno no capitalista, en formas extra económicas a través de guerras coloniales y luchas territoriales. Ahora hasta estos mecanismos correctivos han sido reemplazados por mecanismos capitalistas de dominación económica e imperialismo financiero. Esta no es una nueva fase del capitalismo. Esta es la universalización del capitalismo. Su reino supremo solo puede terminar si las fuerzas de oposición aprovechan su creciente vulnerabilidad y contradicciones internas. Como la actual crisis indica estas fuerzas perdieron nuevamente su oportunidad. [Nieves y Miro Fuenzalida, profesores de filosofía, Ottawa, ON]

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