El periodista y analista paquistaní Ahmed Rashid dibuja un sugerente tablero donde está en juego el futuro de la seguridad mundial. El autor de Descenso al caos analiza el nuevo orden internacional que trata de abrirse camino y concluye que la clave del éxito está en Pakistán
Por FRANCISCO G. BASTERRA | © Babelia
Fuente: mediaIsla.net, Boletín 1123
Conviene desempolvar los atlas y prestar una renovada atención a la geografía, poniendo la lupa en Asia Central, en las tierras sin salida al mar situadas entre las ingentes masas continentales de China y Rusia. En la jerga político-militar de Washington se habla de AfPak (Afganistán y Pakistán). Ahmed Rashid, el periodista y analista paquistaní que mejor ha informado sobre esta área, la llama "la región". La integran: Afganistán, un Estado fallido sin aparente importancia, pero productor del 93% de la heroína mundial, un auténtico narcoestado que vuelve a estar amenazado por el talibán; Pakistán, el quinto país del mundo por población (175 millones de habitantes), musulmán también, y en posesión del arma nuclear. Pero también incluye los antiguos stáns soviéticos, hoy cinco naciones independientes: Uzbekistán, Kirziguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Kazajistán. Un gran espacio estratégico con fronteras con Rusia, China, Irán e India.
Es en este sugerente tablero donde está en juego el futuro de la seguridad mundial y donde puede fraguar un nuevo conflicto planetario. Ésta es la tesis que defiende Ahmed Rashid en su nuevo libro, Descenso al caos. EE UU y el fracaso de la construcción nacional en Pakistán, Afganistán y Asia Central. Una obra indispensable para entender el mundo hoy y lo que nos puede pasar si no atendemos a esta conflictiva región. También en cierta medida ésta es la opinión del presidente de Estados Unidos Barack Obama, que va a implicar más a su país, bastante reacio tras el fiasco de Irak, en una escalada militar, pero no sólo bélica, en Afganistán, pero dentro de una estrategia más amplia y regional. Estados Unidos va a librar la segunda guerra de Afganistán. La primera la dio y la ganó tras los ataques del 11-S de 2001, para perderla inmediatamente George Bush, al distraerse con Irak. Esta derrota, que permitió la huida de Osama Bin Laden desde las montañas de Tora Bora y la cinematográfica escapada a lomos de motocicleta del mulá tuerto Omar, con el establecimiento de Al Qaeda en las zonas fronterizas de Pakistán con Afganistán, con la connivencia de Pakistán, es desmenuzada hasta el mínimo detalle por Rashid en Descenso al caos. Afganistán y el borde paquistaní volverían a ser "la incubadora de Al Qaeda".
La OTAN puede deshacerse en esta región. El futuro de Europa, o incluso el del propio Estados Unidos, se juega en esta zona de Asia Central. Ésta es la opinión de Ahmed Rashid, que justifica la prioridad concedida a la región por la nueva Administración norteamericana. Claro que desde Madrid, Berlín o París es difícil entender por qué debe importarnos lo que suceda en el remoto Hindu Kush. Descenso al caos pulsa la señal de alarma y pone de relieve la inmensa carga que Barack Obama se ha echado a la espalda. Históricamente, Afganistán fue la tumba de dos imperios anteriores: el británico y el soviético. Obama no persigue la construcción nacional. Se conformaría con que Al Qaeda, su red de franquicias o los yihadistas, no se hicieran con un Estado fallido para seguir bombeando terrorismo contra Occidente. Resulta en consecuencia muy oportuna la publicación en España de Descenso al caos. Su lectura, aunque a veces agobiante para el lector que se ve aplastado por una avalancha de datos, puede ser sin embargo imprescindible para entender una de las cuestiones clave de este nuevo orden internacional que trata de abrirse camino.
Las recetas del autor para enfrentar el reto del yihadismo internacional anclado en AfPak son todo menos sencillas. Pero quién dijo que arreglar el mundo fuera fácil. Es prioritario ver Afganistán como parte de un todo. La solución debe implicar también a India, Irán y las cinco repúblicas ex soviéticas. La salida exigirá negociar con algunos sectores talibanes. Estados Unidos debe abrir un diálogo directo con Irán, muy preocupado por la avalancha de opio que se cuela por su frontera afgana. Washington debe mitigar la sensación de Rusia y China de que Estados Unidos y la OTAN buscan establecer una presencia militar permanente en Asia Central. La clave del éxito, según Rashid, reside en Pakistán. "El Ejército paquistaní tiene que enterrar su noción de un Estado centralizado basado exclusivamente en la defensa contra India y en una doctrina estratégica militar islamista y expansionista practicada a expensas de la democracia". Y habría que añadir, recomienda Descenso al caos, un paquete internacional de varios años de ayuda al desarrollo para la integración económica regional con programas de educación y creación de empleo en la zona fronteriza entre Afganistán, Pakistán y Asia Central. Nada menos que montar un apasionante rompecabezas internacional. -
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