lunes, 15 de junio de 2009

Un pez atrapado en el desierto, lujo que quiero compartir


Por Jimmy Valdez | © mediaIsla

Hace poco recibí un regalo, un tesorito de esos escondidos en donde todos lo puedan ver y muy pocos se atreven a curiosear. Me obsequiaron un libro, con dedicación incluida, además de un buen trago de whisky con coca. Un pez atrapado en el desierto; narrativa, aclaro, pues de un sentón me atreví a leerlo pensado que era el cuerpo enterito de una novela, y al parecer no lo es, aunque se sigan ciertas capsulas con semejante ritmo, y a priori lancé un parecer medio digerido.

Eduardo Lantigua, ha escrito este libro con alma y bozos, luchando con tentaciones que van desde el vanguardismo y lo fresco de la pimienta, hasta las alturas de un casi barroquismo brillante, acusador, intuitivo, que me obligan a estas palabras mejor pensadas, mejor sujetas a la razón de su blanco.

Sucede que cuando se lee un libro con tales características de ruptura, pensando uno que recorre la línea plana hasta el final, y de momento saltamos a explorar la ruta alterna que es la psiquis, la observación casi analítica del medio, lo absurdo, lo tratado desflorando el ensayo, entonces quedamos de volver la ruta y reiniciar el camino, haciendo los cambios oportunos al embrague y así bajar o subir sus cuestas.

Me parece que con este libro puede gozarse cualquiera por lo que es hilaridad y morbo; tiene esa voluntad de huracán en sus primeras páginas, y luego decae en intensidad, pues hay repeticiones que aun no comprendo, para luego subirse a lo más alto del lenguaje y dejar estupefacto por un dominio magistral de lo que se dice, de lo que se cuenta.

Tengo entendido que este es el hijo primogénito de Eduardo Lantigua, como aporte a las letras y al que hacer dominicano en el arte de los migrantes. Aprecio y doy las gracias por lo que transmite, por la rebeldía, por contar la historia de los caídos, de los que se quedan y de los que se vienen solitos, por obligación, a buscárselas abrigando un sueño, una esperanza, el ser.

Un pez atrapado en el desierto. Lujo que me doy, lujo que quiero compartir. Abrazos. [Eduardo Lantigua y Jimmy Valdez, escritores dominicanos, NY]

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