Por Luciano FríasUno de estos sábados pasó varias veces por mi casa (vivo en el mismo centro de San Cristóbal, a media cuadra del parque), un camioncito cuya cama estaba ocupada por un potente generador diesel, amplificadores de alta capacidad y bocinas de cualidades parejas. Seguro que ya algunos de los que leen han adivinado el propósito de este montaje. Alrededor del mismo había carteles con la foto del rostro anodino de un aspirante y la leyenda “Fulano de Tal te representa”. Lo curioso es que lo que andaba profiriendo a volúmenes de locura era la promoción de una fiesta de bachata y merengue de calle en uno de los centros especializados en este tipo de eventos que tenemos en San Cristóbal.
De todas formas, sería oportuno que el señor al que alude el párrafo anterior, si en realidad lo mueve alguna intención de servir a la población, mirara bien. Que trate de identificar los múltiples problemas que ahora mismo afectan a nuestra comunidad, y procure discernir posibles soluciones que él pueda propiciar en la eventualidad de que el pueblo le favorezca con el voto. Y que lo exponga de manera precisa, específica y concreta.
Tener un camioncito-productor-de-ruido-abrumador paseando por las calles de San Cristóbal en realidad no deja ver intenciones solidarias ni fraternas. Más bien pudiera sugerir todo lo contrario. De hecho, esta actividad, por estar establecido que es nociva para la salud, constituye un delito y una agresión en contra de la población. No puedo ahora evitar pensar en un precandidato a síndico, que ha declarado su intención de “Enfrentar con seriedad los problemas ambientales que afectan al municipio de San Cristóbal, de acuerdo al mandato que la Ley General de Medio Ambiente 64/00” (sic), pero que sin embargo se promociona a través del ruido desconsiderado e ilegal, restringido por la propia ley que menciona.
No tengo nada en contra de ningún aspirante en particular. Hasta ahora éstos hacen lo mismo que han hecho los anteriores: una campaña (y precampaña) fundamentada en ruido, vallas, afiches, embadurnamiento, dádivas, domplines, amarres, componendas y un discurso que repite fórmulas, eslóganes y ofrecimientos ambiguos. Luego que consiguen la posición que anhelan, usted sabe lo que pasa: justo lo que tenemos ahora mismo, que no creo que sea pertinente describir ya que todos lo conocemos hasta el hartazgo.
La cuestión es simple. Si nuestros políticos siguen operando de la manera en que hasta ahora lo han hecho, seguiremos peor. Debe haber una ruptura, un cambio de paradigma. Todo aquel que entienda que tiene la vocación, capacidad de compromiso y medios (formación básicamente), que haga lo mejor que pueda para convencernos, respetando la inteligencia y la dignidad de las personas. Que a través del análisis y la convivencia con el pueblo, identifique y haga diagnóstico de las situaciones de injusticia, de amenazas a la integridad de la gente y de negación de oportunidades, que de cada una hay muchas.
Los sueldos, beneficios, prestaciones y búsquedas de nuestros políticos nos cuestan caro. En nuestra comunidad hay una situación de deterioro generalizado, niveles alucinantes de violencia, agresión al entorno natural, caos en la circulación. Los funcionarios que votemos en las próximas elecciones permanecerán en sus cargos por 6 años, gracias a otra modificación a la ley concebida y aprobada por quienes serán sus beneficiarios, una especie de tautología legislativa.
Debemos entonces proceder con sumo cuidado. Exigir a los aspirantes que hagan su trabajo. Que nos muestren sus compromisos y proyectos, para que luego que obtengan el cargo que buscan, podamos evaluar de manera objetiva si cumplen o hacen otra cosa, y entonces ponerlos en evidencia. Una opinión pública formada, atenta, crítica e independiente tiene poder. No dejemos a los políticos de su cuenta, es posible que sea ahí donde hemos fallado. Un diputado, un síndico, un regidor o un senador no puede ser cualquiera, de la misma forma que no lo puede ser un médico, un juez, o un docente. El disponer de dinero, conexiones o ambición (me vi tentado a escribir tigueraje) no habilitan a una persona para ser servidor público.
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