Por Andrés de Jesús SierraHace ya un tiempo, especialmente como cinco años aproximadamente, veía en mi televisor a unos avisados comunicadores en uno de los programas que, para mí, en su tiempo, gozaba de gran posicionamiento en el abanico de programas de análisis que se ofertaba a la ciudadanía.
Ellos hablaban de la oleada de violencia que en los últimos años ha venido arropando, cual nube negra, a nuestro país. Creo, si mal no recuerdo, que el comentario obedeció al hecho de que a la sazón habían acaecido brutales y cruentos hechos de violencia que conmocionaron y consternaron a la sociedad dominicana.
Puedo rememorar perfectamente a uno de los comentaristas, una periodista muy sagaz pero que el momento de escribir este artículo no pude recordar nombre, aunque hice esfuerzos mentales para hacerlo, decir con importancia: ¡Por favor, que me devuelvan mi país!
Debo decir con muchos pesar, y no es que sea pesimista sino que es un realidad objetiva, de que la situación social no ha mejorado mucho desde entonces. Al contrario, las escenas de violencia se hacen cada día más evidentes y, por supuesto, ponen al desnudo al pobre desempeño de instituciones como la familia, la iglesia y el estado.
No está en mi ánimo buscar un chivo expiatorio sobre quien indirgarle la culpa del descalabro o desmoronamiento social que vinimos en el presente contexto histórico; sin embargo, tomando en cuenta el hecho de que la familia existió primero que la escuela y que la iglesia, y que es ahí donde primero aprendemos los valores que nos definen como seres humanos; creo pertinente que las iglesias y el estado reenfoquen su atención a la promoción y el fortalecimiento de los valores en el núcleo familiar.
Una de las definiciones más comunes que he escuchado de la familia es que ella es la célula más pequeña de la sociedad. Dicho de otra manera, es la unidad elemental de una estructura a la que llamamos sociedad. De manera, pues, que podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que si la célula (familia) está mal, la estructura (sociedad) también estará mal.
Alguien dijo una vez que la sociedad es un reflejo de la familia. Si esto es cierto, y ciertamente sí lo es, y dado los altos índices de criminalidad que los últimos años se han registrado en el país, debemos de regenerar la célula (familia) para que se puedan regenerar la estructura (sociedad). Esta renovación social sólo es posible si volvemos al punto de origen, si volvemos a reforestarnos con los valores que perdimos en el camino histórico.
Pero mientras eso ocurre, señores, muchos dominicanos y dominicanas aún continuamos pidiendo, como la comunicadora de referencia: ¡Por favor, que me (nos) devuelvan mi (nuestro) país!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Haga sus comentarios por favor.