lunes, 29 de junio de 2009

¡Ay, Moguer…, Moguer! Por María Sánchez Fernández


Fuente: poetasdelmundo.com

ESPAÑA: Sí, ¡ay, Moguer …, Moguer! Nunca pensé que en tu corazón, ardiente como tu sol estival, hubiera una cabida de tal magnitud. Tú, te nos abriste por entero en una expresión luminosa y alegre de risas puramente andaluzas de blanco y albero; en la sonrisa sincera y en el bien hacer de tus gentes; en la solicitud extremada, cortés, de todos tus representantes, tanto en el ámbito político como en el puramente cultural; en la belleza sin límites de tu arte y de tu historia.

Nunca pensé que en sólo tres días vividos en ti pudiera compartir amor, felicidad, sonrisas, poesía, gastronomía y amistad. ¡Cuántos amigos, Dios mío,! ¡Cuantos amigos en Poetas del Mundo! Personas que jamás nos habíamos visto y tratado; personas de otras latitudes y culturas y todos, a una, formamos una piña compartiendo vivencias que jamás olvidaré. Mi querido Xuanxo, mi Becker , como cariñosamente le llamaba por su parecido físico con el poeta sevillano; Mariana Llanos, esa muchacha peruana que es todo sensibilidad y dulzura; Luís de Alfonso, joven ecuatoriano con carita preciosa de niño bueno; Chema, el duendecillo poeta; Antonio Ros, nuestro escritor-poeta y paciente reportero gráfico ; Antonio Benítez, Cónsul por Málaga y su esposa Loli Molina, que nos sorprendió con su voz templada de cantautora; Olivier, ¡ay Olivier! ¡Qué prolífero en sus versos!...,tan llenos de emociones y entusiasmos y…. Luis Arias Manzo ¡Qué serio y atento estaba Luís con sus ojos perdidos en cada uno de nosotros, bebiendo nuestras palabras, mientras declamábamos abriendo nuestra alma a un público atento, correcto, que aplaudía con entusiasmo cada intervención! Y nunca olvidaré a María Isabel Anguís que no siendo Poeta del Mundo me acompañó desde Úbeda haciendo cuatrocientos Kilómetros para participar con alegría en este gran evento.

¡Ay, Moguer…, Moguer!

Cuánta emoción sentí al visitar la casa de Juan Ramón, mi poeta predilecto desde que era muy niña, junto a Juan de la Cruz. Estar allí, respirar el ambiente que él respiró; mirar “sus cosas” junto a las de Zenobia; trajes, sombreros, guantes, bastones… ¡y la vitrina nupcial! ¡Qué hermoso para una poeta que creé de lleno en el amor de hombre-mujer!.

Y Fuentepiña…,¡qué calor en Fuentepiña!, pero qué reconfortante descansar y declamar bajo la sombra gigante del gran pino que canta siglos y que guarda el sueño de Platero.

La noche de Moguer

Esta noche Moguer está sin luna.
¿Qué ocurre con la noche de Moguer?

¿Se habrá quedado presa y enredada
con sus hilos de plata y ancha risa
entre las ramas altas, casi aéreas,
de ese pino que vive en Fuentepiña?

Ese pino… ¡La sombra verde y fresca
que custodia los sueños de Platero
con canciones del aire y de la tierra
y con versos de amores desbordados!

La luna se ha dormido iluminada
con sus hachones blancos, encendidos,
y sueña con el beso dulce y blando
de unas alas brotadas de la tierra.

¡Ay, alma de Platero que despiertas
en bella mariposa de colores!

Invitaciones a fiestas populares; visitas a claustros, conventos, iglesias…,y ¡cómo no, todos estábamos ansiosos de rendir un homenaje más cercano a Zenobia y Juan Ramón y visitamos su tumba…, y palpamos la piedra…, y le pusimos flores…, y volcamos el alma en el más absoluto silencio mientras Luis Manuel de la Prada leía con voz emocionada un capítulo de Platero y yo. ¡Inolvidable experiencia que quedó para siempre prendida en mí!

En el cementerio de Moguer

El sol se confundía
con el grito estridente
de pájaros chillones
que hacían sus orgías
en el verde brillante
de los finos cipreses.

Ramilletes de adelfas,
rosadas como niños,
alegres dialogaban
con campanillas rojas
evocando los cantos
de aljibes escondidos.

Una losa de piedra,
tan grande como el mundo,
se alzaba hacia la altura
y celosa guardaba
dos nombres enlazados:
Zenobia-Juan Ramón.

En la quietud sagrada,
que bordaba silencios
recamados de trinos,
el aire se dormía
entre las frescas nanas
de los ramajes verdes.

Y el alma de Platero,
como una nube blanda;
como algodón de azúcar;
velaba juguetona
con sus ojos de espejos
y su dulce sonrisa.

Nuestro tiempo se terminaba pero se rubricó con una visita a tu ilustre hijo, el poeta Francisco Garfias, Premio Nacional de Literatura 1971, Hijo Predilecto de Moguer e Hijo Adoptivo de Fontiveros [ él es también amante de la poesía de Juan de la Cruz]. Nos recibió en su preciosa casa, típicamente andaluza, con una cortesía que se le desbordaba. Cuando me presenté como Cónsul por Jaén y residente en Úbeda su cara se le iluminó. Me dijo: “ Yo estuve en Úbeda recitando la Noche Oscura del Alma”

Y bien, Moguer, salimos de ti con el alma llena, plena de vivencias. Espero muy pronto volver a visitarte. Si no con Poetas del Mundo como una amiga que te admira y que te quiere.

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