(Una visión clara a la práctica de la iglesia neotestamentaria)
Por Mario Rodriguez Bernier
Siguiendo con el estudio de la práctica de la iglesia neotestamentaria es bueno preguntarnos para que se reunía esta. A decir verdad, aparentemente los cristianos nunca nos preguntamos por qué hacemos lo que hacemos. En cambio, seguimos cumpliendo alegremente nuestras tradiciones religiosas, sin preguntarnos de dónde surgieron. La mayoría de los cristianos que dicen defender la integridad de La Palabra de Dios nunca han investigado para ver si las cosas que hacen domingo tras domingo cuentan con algún fundamento bíblico. ¿Cómo lo sé? Porque, si lo hicieran, los llevaría a algunas conclusiones muy perturbadoras, conclusiones que los obligaría por conciencia a abandonar para siempre lo que están haciendo. Es llamativo que el pensamiento y la práctica de la iglesia contemporánea han sido influidos mucho más por sucesos históricos posbíblicos que por los imperativos y ejemplos del Nuevo Testamento. Sin embargo, la mayoría de los cristianos no son conscientes de esta influencia. Tampoco son conscientes de que esto ha creado un cúmulo de nefastas tradiciones.
¿Qué era el propósito de la reunión eclesial neotestamentaria?
Antes que todo quiero hacer notar que cuando uso el término 'reunión eclesial', lo uso en un sentido muy limitado, así que quiero que esto quede bien claro. En La Biblia se describen varios tipos diferentes de reuniones en que los cristianos primitivos se congregaban (reuniones de oración, reuniones evangelísticas, reuniones ministeriales, reuniones apostólicas, concilios eclesiásticos, etcétera). Al decir 'reunión eclesial', me estoy refiriendo a la reunión especial de la asamblea local que se describe en 1 Corintios 11—14.
Antes de explorar el propósito de la reunión eclesial neotestamentaria, examinemos primero para qué se reúne hoy día la mayoría de los cristianos como 'iglesia'. Básicamente, hay cuatro razones para ello:
1) la adoración corporativa,
2) hacer evangelismo,
3) escuchar un sermón, ó
4) confraternizar.
Por muy extraño que parezca, en el Nuevo Testamento nunca se visualiza ninguna de estas razones como el propósito central de la reunión eclesial.
El lugar de la adoración, del evangelismo, de la predicación y de la confraternización
Según el Nuevo Testamento, la adoración es algo que vivimos. Es la manifestación de nuestra gratitud, nuestro afecto, nuestra devoción, nuestra humildad y nuestra obediencia sacrificial que Dios merece en cada momento (Mateo 2:11; Romanos 12:1; Filipenses 3:3). Por tanto, cuando nos congregamos como pueblo de Dios, debemos venir en espíritu de adoración. El templo de la antigua Israel es la figura clave de este aspecto de la reunión eclesial. El rasgo sobresaliente del templo era la adoración. No obstante, en la mente de muchos cristianos modernos se limita la adoración a cantar coritos, himnos y cánticos de alabanza. En tanto que adorar a Dios mediante cánticos era una faceta muy importante de la reunión eclesial primitiva (Efesios 5:19; Colosenses 3:16), en La Biblia nunca se lo presenta como su objetivo principal.
De la misma manera, en La Biblia nunca se iguala el propósito de la reunión eclesial con el evangelismo. Más bien, en el Nuevo Testamento se demuestra en forma clara que, por lo común, se ocupaban en el evangelismo fuera de las reuniones eclesiales. Generalmente la predicación del evangelio se llevaba a cabo en los lugares que los inconversos frecuentaban, por ejemplo, en las sinagogas (de los judíos) y en las plazas de mercado o plazas públicas. Al contrario, la congregación de la iglesia neotestamentaria era principalmente una reunión de los creyentes. El contexto de 1 Corintios 11—14 hace esto muy claro. Aun cuando a veces había inconversos presentes, ellos no eran el objeto de esa reunión. (En 1 Corintios 14:23—25 Pablo menciona fugazmente la presencia de inconversos en la reunión, encuadrando su comentario en un lenguaje hipotético.)
Además, la noción popular de que el motivo de la reunión semanal de la iglesia era escuchar un sermón, no tiene aseveración bíblica. En tanto que el ministerio de La Palabra estaba ciertamente presente en la congregación de la iglesia primitiva, (en 1 Corintios 14 se habla de aquellos que traen doctrinas, revelaciones y profecías), escuchar 'un sermón' nunca fue su rasgo característico. A este respecto, la reunión neotestamentaria era marcadamente diferente del típico servicio de una iglesia protestante, en que el púlpito es el rasgo central, donde todo conduce al sermón y está estructurado alrededor del mismo, y donde la congregación evalúa la reunión por la calidad del mensaje. La noción de una reunión eclesial de estilo púlpito-banca, enfocada en el sermón, no puede ser probada con el Nuevo Testamento. El orden del culto protestante tiene casi tanto apoyo bíblico como la misa católico romana! Ninguno de los dos tiene punto de contacto alguno con el Nuevo Testamento.
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