viernes, 24 de abril de 2009

Alejandría: una biblioteca en busca de autores


Si uno la mira desde el mar, la nueva Biblioteca de Alejandría parece un disco que, lanzado por algún gigante, quedó incrustado en la antigua gran ciudad del norte de Egipto.


Por Manuel Toledo | © BBC Mundo
Fuente: mediaisla.net, Boletín 1121

La institución, inaugurada hace siete años, se inspira en la Gran Biblioteca de Alejandría, fundada en el siglo III a. C. por Ptolomeo I.

"Dicen que los volúmenes que abarca / Dejan atrás la cifra de los astros / O de la arena del desierto", escribió sobre el fabuloso centro cultural de la antigüedad Jorge Luis Borges, en su poema "Alejandría, 641 A.D.".

La nueva Bibliotheca Alexandrina, que es su nombre oficial, también espera reunir millones de libros y convertirse en un centro de producción y diseminación de conocimiento, además de fomentar el diálogo intercultural.

El complejo, diseñado por la empresa noruega Snohetta, incluye varios centros de investigación académica, cuatro galerías de arte para exposiciones temporales, nueve muestras permanentes, un planetario y tres museos.

Pero su colección dista mucho de la que supuestamente tenía el Mouseion, o Templo de las Musas, hasta que comenzó a decaer en los tiempos de Cleopatra.

Literatura latinoamericana
A Borges le hubiera alegrado saber que sus Obras Completas se encuentran en los estantes de la biblioteca moderna.

También hay algunas novelas de Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, aunque no necesariamente las más importantes.

Sin embargo, a pesar de que hay unos 5.000 libros en español sobre diferentes materias, muchos otros escritores latinoamericanos están ausentes, en especial la mayoría de los poetas. Los autores de España están mejor representados.

Uno de los bibliotecarios, Ayman Saleh, le explicó a BBC Mundo que esto se debe a que la colección depende en gran parte de donaciones.

Basta echarles una mirada a los libros en castellano para comprobar que casi todos han sido donados por universidades o editores españoles y muy pocos por instituciones latinoamericanas.

"Nos gustaría tener más obras de América Latina, pero ahora las prioridades para nuestras adquisiciones son Egipto, la región del Mediterráneo, África y el Medio Oriente", dijo Saleh.

"Si alguna institución o individuo nos quiere hacer donaciones, puede ver en nuestro catálogo en internet lo que no tenemos y enviárnoslo", añadió.

Otra bibliotecaria, Ghada Elabbady, señaló que también les interesa reunir publicaciones periódicas, pero en series completas.

Estudiantes universitarios
La membresía anual cuesta unos US$10 para adultos y la mitad de ese precio para estudiantes, retirados y discapacitados.

En estos momentos, la biblioteca tiene unos 14.500 miembros.

Elabbady le dijo a BBC Mundo que la mayoría de los usuarios son estudiantes universitarios.

Además, hay una sección infantil y otra para jóvenes, que son las únicas que por ahora hacen préstamos.

A Borges, el gran bibliotecario ciego, también le hubiera gustado saber que la Bibliotheca Alexandrina incluye un departamento, de membresía gratuita, para las personas con problemas de visión.

Otra de las secciones está dedicada a las artes, multimedios y materiales audiovisuales, y acaba de presentar un programa especial sobre las contribuciones de las mujeres en el mundo árabe.

Una bibliotecaria de ese departamento, Sylvia Stavridi, le dijo a la BBC que quisieran recibir donaciones de películas latinoamericanas, idealmente con subtítulos en inglés.

Cavafis y Neruda
Las notables lagunas de la biblioteca no se limitan a los autores latinoamericanos.

Incluso sobre el poeta más destacado de Alejandría, Constantino Cavafis (1863-1933), hay pocos libros en su colección.

Horas antes de visitar la biblioteca, me asombró comprobar que, como descubrió Vargas Llosa, "Cavafis es poco menos que un desconocido en esta ciudad que sus poemas han inmortalizado".

Durante un largo rato traté de encontrar su casa y sólo un anciano ex marinero -que, según me contó, solía viajar de Alejandría a La Habana- supo decirme cómo llegar. En la casa del poeta, que ahora es un museo, yo era el único visitante.

Hace nueve años Vargas Llosa se lamentaba de que "no hay una calle que lleve su nombre ni una estatua que lo recuerde, o, si las hay, no figuran en las guías y nadie sabe dónde encontrarlas".

Cuando salía de la Bibliotheca Alexandrina, me resultó esperanzador ver que, cerca de la sección infantil, hay un nuevo busto de Cavafis, al lado de una placa con el rostro de Pablo Neruda.

Unos niños que me vieron haciéndoles una foto, se acercaron a descubrir quiénes eran y también los retrataron, con sus teléfonos celulares.

Tal vez en el futuro lleguen a conocer, a través de esta creciente biblioteca, sus colosales obras.

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