viernes, 24 de abril de 2009

La ironia de los que piden el Diezmo‏


Por Mario Rodriguez Bernier

Es irónico que muchos de los ministerios y denominaciones que predican celosamente el diezmo, dejando en el pueblo un sentimiento religioso de culpa, ¡son culpables ellos mismos a los ojos de Dios de lo que le están advirtiendo a los demás! Ellos advierten a los demás sobre las consecuencias de “robarle a Dios sus diezmos y primicias” mientras se ocupan en apoderarse, para sí mismos, del Pueblo de Dios, que constituye las primicias bajo el Nuevo Pacto (el primero de los diezmos que perte-nece a Dios), con el propósito de edificar sus propios reinos en nombre de Dios. Es degradante y asquiento ver como se manipula a los creyentes con aseveraciones arrogantes y sobervias como: ¿Qué prefiere usted el 90% de sus ingresos bendecidos o el 100% maldecido?; como si a Dios se pudierra sobornar. Amados el no está interesado en el 10% de nuestro dinero, el nos quiere es a nosotros y si el realmente pidiera todo nuestro dinero tendriamos que darcelo. Jesús no quiso el dinero del joven rico para si mismo, el lo que quiso fue liberarlo de tener poder terrenal para que dependiera de Dios, para que aprendiera a convertirce en un siervo.

Cuando alguno viene con una necesidad desesperada y el pastor le pregunta si ha diezmado de sus ingresos para la iglesia y si la respuesta es negativa algunos pastores se niegan a orar por esa persona. ¿Cómo puedo orar por usted si usted está bajo maldición? Yo no puedo bendecirlo si Dios lo maldijo. Pero amado pastor este concepto es equivocado y contrasta con la respuesta que dio Samuel al pueblo, cuando ellos llegaron a estar inseguros de sí mismos después de que habían pedido (y conseguido) al rey Saul (en medio de su rebelión contra Dios):

Isaías 12:23: Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto.

El camino bueno y recto tiene que ver con el Señor guiando a su pueblo, es claro que en el nuevo pacto vamos a ser guiados por el Espíritu de Dios. El ministerio del pastor ha sido establecido por Dios con el proposito de unir el individuo a Dios y de vigilarlos diligentemente para tener la seguridad de que ellos permanecen unidos al Señor, con el fin de que el cuerpo de Cristo pueda ser edificado. Cuando no se actua teniendo este en mente se desafia en reveldia la autonomía del Espíritu de Dios (el Espíritu Santo es el vicario de Cristo) cuando mandan al individuo que pague ciegamente el diezmo en las arcas de su ministerio o iglesia, en lugar de estimularle para que escuche a Dios con un fundamento personal en todas las cosas, incluso en las finanzas. Cuando escuchamos por nosotros mismos la voz de Dios, las palabras personales del Señor para nosotros se convierten en una palabra creativa, que nos permite hacer todo lo que Él nos dice, si recibimos esa palabra con fe. La palabra dicha por el Señor contiene toda la gracia, y el poder y la provisión necesarios con el fin de que nosotros llevemos a cabo victoriosamente lo que Él dice, y para que resistamos los engaños del enemigo. Porque “no con sólo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale por la boca de Dios” (Mateo 4:4 SEV).

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