Por Marcial Báez
Fuente: arte-unico.blogspot.com
La definición profunda de la Dignidad y el Arte nos retrataría de cuerpo entero, pues ambas se desarrollan en el ser humano para recibir y procesar las alegrías y vicisitudes del medio circundante. La Dignidad, como base importante en la socialización constante hacia los más altos deberes de la sociedad, y el Arte tras la búsqueda real o imaginaria de la creación.
El respeto a sí mismo y el goce espiritual de un simbolismo estético, se pierden en todos los estamentos sociales, arropados por la ambición de poder.
Sin muchos rodeos y tomando como muestra el momento actual, en nuestro imberbe sistema “democrático”, lleno de lagunas institucionales y sumándole los complejos, los rencores... Es fácil determinar las causas y en algunos casos a los responsables de este imperdonable error intencional o por omisión, que nos arrastra cada día al abismo de la ignorancia y sobre todo a la compra y venta de conciencias.
Claro, la falta de conocimiento del idioma y del verdadero rol de lo que es la identidad en lo educativo, lo religioso, lo político, lo comunicativo y lo empresarial van creando falsos ídolos y situaciones donde se premia a “la chabacanería” guiados por los Medios de Comunicación, dirigidos en su mayoría por personas que desconocen al verdadero significado de la Dignidad y el Arte.
La intención no es recorrer los 48,422 kms2 de nuestra geografía, tratando de encontrar mártires, santos, magos, lámparas maravillosas, sabios... sino detenernos en San Cristóbal, donde hace ciento cincuenta años se firmó la primera constitución de la República Dominicana y abstraer esa idea pura para cuestionarnos hasta el cansancio, cuales son los deberes y derechos de gobernantes y gobernados y por ende, elegir a quienes serán los interesados en mantener intrínsecos y como una llama votiva a la Dignidad y el Arte.
El camino a seguir mediante el esfuerzo colectivo deberá ser insistente, el resultado imprevisible; ya que la evolución de esta ciudad en todos los órdenes, es la acumulación de la insensatez, del olvido y de todas las acepciones negativas sobre la explicación de este grave caso.
Los responsables están ahí, diariamente los vemos, los leemos, los escuchamos y estos, descaradamente, nos estrujan el rostro: lo mezquino, lo grosero, lo falso, lo sucio, lo irrazonable, lo insignificante, pisoteando lo poco que nos queda de la Dignidad y del Arte.
La total negación de ambos permite a los individuos realizar un papel errado en la sociedad, ya que el poder y la ambición de escalar posiciones a como de lugar, crea un status de “patanes y ridículos” en sus vidas, sustituyendo a las buenas costumbres por la ostentación.
Indiscutiblemente, la cuota principal de culpabilidad, la poseen esa elite que todos conocemos, de “Lideres políticos”...“que se proclamaron elegidos por obra y gracia del Espíritu Santo”. Colocándose el disfraz del “yo soy el que soy” pretenden sumergirnos en el atraso moral e intelectual, amordazándonos el derecho de ser algo más que simples gobernados, para poner en los cargos públicos a la ineptitud, haciéndole culto al egocentrismo. Una encuesta al respecto en esta comunidad nos daría la razón. ¿Qué les parece?
El tiempo apremia y nos da la pauta, las cartas están echadas, no hay necesidad de colirios, ni sorpresas; solo la reflexión arrancara de raíz toda la inmunda basura amontonada sobre la Dignidad y el Arte.
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