Hace cien años se escribía el polémico manifiesto que cambio la estética del Siglo XX. Ligados al fascismo, los futuristas le cantaron a la belleza brutal de la máquina.
Por Rafael Cippolini | © CLARIN
Fuente: mediaIsla "Boletin 1113"
Un siglo de futurismo: una explosión que todavía sigue en marcha. ¿Imaginaba su mentor Filippo Tomasso Marinetti hace cien años, cuando un 20 de febrero publicaba en Le Figaro aquella provocativa proclama ("un automóvil de carrera, que parece correr sobre metralla, es más hermoso que la Victoria de Samotracia"), su salvaje llamado a demoler los museos, a glorificar la guerra y la velocidad, a cantar a la avasallante tecnología, que tanto tiempo después su invectiva persistiría casi tan efectiva como en su hora inicial?
Su movimiento se encuentra a la cabeza de los más políticamente incorrectos: Marinetti (1876-1944), que muy pronto expresó su simpatía por el fascismo, sigue molestando, causando todo tipo de fastidios y desaprobaciones, al tiempo que las propuestas que diseminó reaparecen de una u otra forma en todos los ámbitos imaginables.
Los proyectos más radicalizados del noise, la música industrial que eclosionó en los ochentas, las expansivas distopías del cyberpunk, la gráfica digital más vanguardista, no existe tendencia radicalizada que no exhiba su gen futurista. Inventores del concepto y el "formato" de vanguardia (artistas "de avanzada" de todas las disciplinas -poetas, narradores, músicos, cineastas, diseñadores, pintores, arquitectos, coreógrafos, dramaturgos y chefs- reunidos por el programa de un manifiesto que se proponía transformar arte, política y vida), todas las corrientes posteriores (del dadaísmo al surrealismo, del constructivismo al gesto informalista, del brutalismo a Fluxus) piratearon y redefinieron al menos alguno de sus hallazgos. Su influencia fue reiteradamente disimulada o postergada, un signo que, como veremos, desde hace tiempo comenzó a cambiar: fueron mucho más que un capítulo cerrado de la Historia del Arte del Siglo XX. ¿O acaso el "espectáculo de la fealdad" del punk no encuentra su anticipado manual en un texto como "la voluptuosidad de ser silbado" de Marinetti?
Los futuristas trabajaron como nadie en su época la fascinación por la primacía de la máquina y las estéticas de la violencia: no tanto visionarios como transformadores.
El 5 de este mes, Letizia Moratti, alcaldesa de Milán, dio inicio a una serie de festejos que convierten al movimiento en una curiosa escenografía y atracción turística: mientras la ciudad pone en escena el FuturTram y el FuturTaxi, medios de transporte de inspiración futurista para niños, la compañía gala de danza contemporánea Retouramont realizará hoy un espectáculo callejero inspirado en la obra del calabrés Umberto Boccioni, así como el 7 de junio próximo se llevará a cabo en la Piazza del Duomo un concierto de 21 pianos instalados en forma de "F".
No deja de ser curioso que el artista extranjero elegido para sumarse a estos fausto sea Xul Solar, cuyas obras serán exhibidas como parte de la agenda de festejos milaneses. Si bien el pintor astrólogo argentino expuso en la ciudad junto al escultor Arturo Martini en 1920, lo cierto es que lo hizo por sugerencia de su entonces amigo Emilio Pettoruti quien sí estuvo influido por la estética futurista. Como integrantes del grupo reunido alrededor de la revista Martín Fierro, ambos fueron sus anfitriones en la primera y escandalosa visita del italiano a Buenos Aires en 1926. Fue entonces cuando Quinquela Martín le propuso que aderezara sus tallarines con nafta si era fiel a su programa.
El interrogante es ¿quién capitaliza hoy con mayor eficacia la herencia del futurismo? ¿La industria cultural y turística, el siempre didáctico relato histórico, o sus contagiosos efectos en las siempre improbables manifestaciones del arte actual? Cada opción lo definirá según sus intereses. [giecoleon]~
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