martes, 14 de abril de 2009

JORGE LUIS BORGES Y LA MUJER


Reportaje Revista HOMBRE de Mundo.
Cortesía de arte-unico.blogspot.com

Uno de los aspectos que más llaman la atención en la obra de Borges es que la mujer nunca ocupa un lugar destacado. Cuando se le pregunta la causa, responde. "Por que me he pasado la vida pensando en mujeres y al escribir he tratado de evadirme de ellas. Y a ella siempre le gustaban”. ¿A ella?” “Sí, ella, la de cada poema”.

Y el amor empezó pronto en la vida de Borges. Tenía sólo ocho años cuando “como una de las muchas quijotadas que ya hacia entonces, eme enamore de una prima uruguaya. Era unamos imposible: ella tenía 25 años. Desde entonces, siempre he vivido enamorado”.

Pese a esa confesión, Borges se casó cuado tenía 68 años, con Elsa Astete Millan, un matrimonio que sólo duró tres años: “Tal vez no me casé antes porque siempre pensé que el matrimonio es un pobre destino para la mujer, o porque no sentí la necesidad de formar una pareja duradera. Fui feliz en mi matrimonio, a pesar de su brevedad. Cuando empecé a sentir ganas de trabajar y que cualquier excusa para llegar tarde a casa era buena, entonces me dije que era inútil seguir. Ahora, ni la amistad nos queda. Quizás hubiera pasado exactamente lo mismo si nos hubiéramos casado cincuenta años antes”.

Esa ruptura total no deja de causar asombro en un hombre que se siente conservador” porque es la forma más actual del escepticismo”.

“Mi separación no quiere decir que el matrimonio esté en crisis. Por otra parte, cuando están en crisis las instituciones, significa que el que está en crisis es el hombre. Yo no puedo por menos de creer en el matrimonio, porque es el sostén de la familia y por mis convicciones políticas creo firmemente en la familia”.

Borges no es un conservador sólo cuando analiza al matrimonio. Sus ideas sobre la mujer no se apartan mucho de esa línea: “estoy convencido de que el hombre es más profundo que la mujer. Ella vive en un mundo más visual, sabe siempre de qué color estaba vestida tal o cual amiga. Y lo curioso es que no canaliza ese mundo visual, esa capacidad de descubrirlo, en una actividad creadora. Por ejemplo, hubo y hay más pintores que pintoras. Es probable que hayan tenido menos oportunidades, pero es cierto que no las han buscado”.

Con una educación inglesa y francesa desde su infancia, Borges fue precoz como escritor. Tenía sólo ocho años cuando partió de un episodio del Quijote para redactar en inglés “La víscera fatal”. Era una época feliz la de aquella infancia, que Borges rememora hoy con cierta nostalgia: “Sí, recuerdo un arco iris”. Ahora no sé si ese arco iris estaba en Buenos Aires o en Montevideo. También un cantero, unos árboles, y luego el cielo, y luego otra vez el arco iris". El camino literario de Borges continuó con fuerza, publicando obras narrativas como “El jardín de los senderos que se bifurcan”(1942), “Ficciones” (1944), “El Aleph” (1949), “La muerte y la brújula” (1951), “El hacedor” (1960), “El informe de Brodie” (1970). Todas narraciones cortas porque “la novela nunca me ha interesado. Es un género muy artificial, mientras que el cuento tiene mayor espontaneidad”. Además de sus poemas, que nacieron con “Fervor de Buenos Aires", escrito en 1923, libro seguido por otros muchos, como “Elogio en la sombra”, Borges es autor de ensayos como “Inquisiciones”(1925), “El tamaño de mi esperanza” (1926), “ Historia Universal de al Infamia" (1947) y el “Idioma de los argentinos” (1952).

Hoy Jorge Luís Borges continúa creando. Para él, su ceguera es una especie de soledad que combate “inventando historias y poemas para no embrutecerme. Luego, cuando alguien llega a mi casa, se los dicto. Como carezco de secretaria, mis amigos tienen que soportar alguna que otra sesión de dictado”.

Pero, para Borges, escribir es mucho más que esa lucha por la soledad. “Es un placer y una necesidad. Escribo a efectos de ese impulso misterioso de la creación y trato de no intervenir en su desarrollo. Nunca empiezo hasta que no veo con cierta claridad el principio y el fin. Luego dicto varios borradores, normalmente tres y siempre siguiendo la ilación temporal de la historia. Sí, ya sé que, a partir de Joyce, muchos alteran esa norma e intercalan los tiempos narrativos. Creo que es un error. No pedo imaginarme un Quijote no sucesivo”.

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