Por Jesús María Stapper
Fuente: poetasdelmundo.com
COLOMBIA: La literatura infantil de Mário Encalada Castro, puede enmarcarse con pergaminos, dentro de un acto de fe, anclado en la primavera eterna de un esencial y maravilloso paraíso. Y se puede irrigar con la inocencia precoz que tienen las nacientes gotas de rocío que buscaron su primera estación en los pétalos de las flores del jardín de “cierto edén” que formuló su existencia, dentro del marco de un arco iris.
Si bien es cierto que la llamada literatura infantil o para niños [escrita para ellos, pensando en ellos], inicia a finales del siglo XIX, no se puede desconocer todo lo anterior, escrito “con rasgos infantiles”, donde allende la fábula aparece en el tiempo pretérito como un acto de enseñanza de tipo moral. Surgen entonces autores como Esopo en la Grecia fantástica y colosal de antes, los franceses Jean de La Fontaine [y sus fábulas], Charles Perrault, el danés Christian Andersen y sus hadas, Daniel Defoe y su Robinson Crusoe, Jacob y Wilhelm Grim y sus cuentos [compilados], Jonathan Swift viajando junto a Gulliver, la aparición mágica del niño Mowgli junto al oso de Baloo en los sueños del Libro de la selva de Kipling, y en Colombia asistimos al encuentro de Rafael Pombo, quien al decir de Germán Arciniegas: es el de el Hijo de la Rana y La pobre viejecita, el de Doña Pánfaga y Simón el Bobito. Si llegamos hasta el siglo XX, para no ir lejos y evitar “serios compromisos de espacio y tiempo”, solamente menciono dentro de lo contemporáneo universal, El viento de los sauces, de Kenneth Grahame.
“Erase una vez…” cuando zarpa en una barca incierta y alucinante, el futuro escritor de Vallenar, Chile, Mário Encalada Castro. Parte, con un escaparate tejido de dramaturgia infantil para estrenarla a punta de papel y lápiz. Aunque ahora es ciudadano chileno-sueco, gracias a su trashumancia, en aquella época se fue de su tierra natal, con una maleta llena de arlequines sobre su espalda y llega a Suecia, y con los ritmos de sus propias canciones, le ven bailar entusiasmado porque “El solo quería bailar zamba”, su primer libro editado en Europa.
Para finalizar con el comentario de Jesús María Stapper, nos trae las siguientes palabras:
-“Ven aquí y démonos una sincera relinchada”, es el febril diálogo entre Rayo [caballito contemporáneo y contrincante] y Bayito, personaje titular [Las aventuras de Bayito, serie] y central infantil de su obra literaria. En su obra nos plantea el escritor, el escarnio que se vive cuando se llega a la vida y se abren los ojos para contemplar de una vez, la diferencia. Porque a veces, por cuestiones del destino, se tienen que asumir las esperanzas de un ser pobre, que por lo regular, se quedan en pobres esperanzas. Pero surge [una vez que otra, “la lucecilla de esperanza”] la esperanza como búsqueda, realización y redención; no obstante, en el logro de cualquier objetivo, la lucha es imperativa, escabrosa, abnegada y constante, por ello se requiere de mucho coraje, temple y decisión. Es válido, en ese propósito, el milagro repentino: el jinete de Bayito que llega de noche como un ángel [Ángel], es decir, llega de un momento a otro, sin saber de dónde, pero llega.
Nos transporta el escritor [esculcando nuestro espíritu infantil] quizás por la Italia surreal donde habita un lugar llamado: Ciudad Delabella, si no es así, la podemos ubicar en cualquier lugar inventado. Nos enseña igualmente la perfecta relación entre Corina y Andrés [racionales] con los demás habitantes de la granja [animales irracionales] donde mantienen con amor y paz, un “perfecto contubernio”. Nos narra Mário Encalada Castro, los cuerpos de la ausencia, donde la nostalgia toma cuerpo y presencia en la aproximación visual de un espíritu paterno [el caballo Bayo, papá de Bayito]. Nos enseña de la generosidad bendita como si fuera una parábola redentora, dar todo de lo que casi no se tiene, porque dar todo y quedarse con nada, también llena de regocijo y placer. La fe como tal, sin dogma, es un acto central en su obra, porque nos lleva a creer en la factibilidad de la realidad, nos dice así, que toda utopía es posible, sin importar las precarias condiciones de un punto de partida. Nos dice el autor, de manera concluyente, que aún en la miseria, la alegría persiste; y por ende, tenemos derecho a la felicidad aunque nos cueste trabajo alcanzarla. Bienvenida por siempre, su fábula-nte dramaturgia infantil, maestro Encalada.
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